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Francesco Guardi (Venecia, 1712-1793)

Francesco Guardi (Venecia, 1712-1793)

Francesco Guardi nació en Venecia, el 5 de octubre de 1712. Procede de una familia de fuertes vínculos con el arte. Su padre, Domenico, se hallaba establecido en Venecia desde 1701, con taller propio, donde todos sus hijos varones se desarrollaron. A su muerte, el primogénito, Giovanni Antonio, conduce la bottega familiar y ofrece preparación a Francesco y a Nicolò. Por otra parte, su hermana Cecilia se casó con Giovanni Battista Tiépolo (Venecia, 1609 – Madrid, 1770), notable creador de gran éxito artístico y comercial en Italia y en otros países europeos, como España y Alemania.

Hasta mediados del siglo XVIII, Guardi se dedicó, casi de manera exclusiva, a la pintura de figuras, especialmente de gusto rococó. Sin embargo, no se le reconocen en esta vertiente las excelsas habilidades que sí posee como pintor de vistas. Es discutido su momento de inicio en la pintura de vedutas y de caprichos, marcándose la primera en torno a 1750, y la segunda, alrededor de 1760. No obstante, algunos autores han previsto una fecha más temprana en su relación con el vedutismo, tras reconocerse posibles colaboraciones con Michele Marieschi, quien muere en 1743. Actualmente, se acepta que el Guardi joven debió nutrirse de la obra ya establecida de Canaletto, de quien fuera discípulo. Sin embargo, consigue asentar su propio estilo en ambos subgéneros del paisaje; al independizarse en la medida en que relega la interpretación realista, para sumergirse en una suerte de vindicación de la atmósfera. En este sentido, puede decirse que Guardi supera a su maestro en la transmisión del componente emotivo, colocado por encima de la fuerza verista de la veduta. 

De igual modo, pudiera interpretársele como el más moderno de los paisajistas venecianos dieciochescos, el que más se dejó llevar por los rasgos pre-románticos –antes apenas sugeridos en los cuadros de caprichos de Marieschi, al manejar con eficacia la noción de lo sorpresivo–. Su obra revalida a figuras como Salvatore Rosa y Alessandro Magnasco, en la sensibilidad hacia los efectos lumínicos, empleados como elementos protagónicos en la estructuración de su narrativa.

“Escena veneciana: la Laguna frente a las Fondamenta Nuove” ha sido considerada como una pieza típica de la llamada fase canalettiana del pintor, una época en la que presta gran atención a los modelos del vedutista más célebre. En este sentido, se percibe la descripción precisa de la arquitectura adecuada a una perspectiva alargada, que hace factible mayor presencia edilicia. No obstante, ya se visualiza la manera apasionada, subjetiva y hasta melancólica que definirá al Guardi maduro. De tal forma, pudiera hablarse de una datación en torno a la década de 1750-60, cuando ya surgen señales de la transformación de su estilo primigenio. Por demás, se trata de una obra autógrafa, pues aparece miniado su nombre sobre una góndola, en el extremo inferior derecho de la representación, dato coincidente con su praxis en dicho período. 

La laguna devino tema prolífico dentro de la veduta de Guardi, apareciendo rodeada de palacios, puentes e iglesias. Junto a estos tres elementos sumamente abundantes en la ciudad de San Marcos, encontramos la amplitud del horizonte, lo cual le ofrece a la vista una infinitud impactante, así como el exquisito manejo de los efectos lumínicos que provocan las diferentes horas del día. “Escena veneciana…” resulta representativa de esta caracterización. En ella concurre otro aspecto que enriquece lo antes enunciado y es la presencia de las góndolas y otras embarcaciones mayores con sus respectivos ocupantes inmersos en el constante trasiego que enlaza las islas y humanizan el entorno. 
La demanda de recuerdos derivada del Grand Tour llevó a que los paisajistas trabajaran muy rápido, apoyados en la cámara oscura, estableciendo esquemas compositivos a partir de dibujos y bocetos tomados del natural, que con posterioridad eran concluidos en la tranquilidad del taller. A pesar de este marcado carácter comercial, Guardi evitó que la veduta cayera en fórmulas de repetición y expandió sus límites cuando parecía imposible seguir pintando similares motivos sin abrazar las redundancias. 
“Escena veneciana…” pertenece a una producción que redondea, en modo magnífico, un largo proceso conducente al segundo renacimiento de la escuela veneciana de pintura; participando de la madurez del paisajismo, ya como género autónomo. La obra arribó a Cuba en 1957, tras ser adquirida ese mismo año en Parke Bernet Galleries por Desiderio Parreño. Mientras, el ingreso al tesauro museal ocurrió el 15 de octubre de 1973, como acto donatario realizado por el Sr. Nicolás Colás Palacios, quien solicitó fuese asentado a nombre de la familia Velázquez Portuondo.