Asombro de voces ante Tony Cragg

Definitivamente, el encuentro en La Habana con la obra de Tony Cragg ha provocado una atención «maravillada», ante toda la contemporaneidad expuesta a pocos metros de la entrada principal del Edificio de Arte Universal, del Museo Nacional de Bellas Artes.
Tanto como redescubrir en el entorno cubano tamaña entrega, dimensionada entre las más importantes representaciones de la visualidad internacional contemporánea, un mar de diversas miradas acompaña la exposición superponiendo elocuencias y asombros.
Así, motivó a un niño –Leandro- de 10 años, asegurando que regresaría «y con más calma», y que otro más joven: Alfredo, pudiera sintetizar lo visto bajo su criterio de «bonito»; al tiempo que otros calificativos se han yuxtapuesto en el transcurso: «impresionante», «cuánto arte», «muy bueno», «excelente», o «extraordinario»; relatan, como un in crescendo, el testimonio ante lo que muestra Tony Cragg: esculturas y dibujos.
Abierta desde el 7 de abril, acercó al también escultor cubano Lázaro Luperón Sánchez, para quien resulta una «magnífica exposición, en todos los aspectos y sentidos, desde las magistrales obras»; mientras su coterráneo Juan Ramos la considera «genial».
Argumenta que «las piezas y en general, el concepto y las formas, son inigualables»; consideración similar al decir de Leandro Maupié, reconociendo en el arte de Tony Cragg «una manera de concebir la escultura».
Cristóbal Lorenzo, por su parte, se muestra extrañado: «nunca he visto algo así, pero a la vez me llama la atención de cierta manera», asevera.
Como a paseantes habaneros, Tony Cragg: esculturas y dibujos ha recibido también a visitantes de los Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala y México, al igual que brasileños, noruegos, británicos, chinos y canadienses: de lo cual da cuenta la veladora Yamila Cobas.
«La constante atracción me ha enriquecido más», expresa.
Y ese decir, resumiendo ganancias, bien describe la mirada noble del neófito que –sin mayores influencias- aceptó el reto de la mirada, desconociendo ascendencias y teorías de académicos; para describir, en trazos de pocas palabras, el trascendente paso habanero de Tony Cragg entre sumas de provocaciones y simpatías.