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Feliz redescubrimiento cubano de Reynaldo Hahn

El contratenor Lesby Bautista puso a prueba el interés del público en su más reciente presentación, con un programa «monotemático», redescubriendo en el Hemiciclo del Edificio de Arte Universal la obra del compositor francés de origen venezolano Reynaldo Hahn.

Bajo el título de Coloquio Sentimental, en una primera parte se le escucharon seis de las piezas del abundante catálogo de quien fuera director de la Ópera de París, asumiendo al final el ciclo de Canciones grises, con textos de Paul Verlaine; profusas unas y otras de exigencias melódicas e interpretativas.

Mucho antes, iniciando su carrera como solista, el joven cantante ya había presentado la obra de Hahn en su repertorio, recibiendo ovaciones que se repitieron esta vez, mostrándolo en armonía con el discurso lírico del francés que también fuera cantante y pianista; calificado de «niño prodigio» en su momento.

Acompañado esta vez al piano por su coetánea Lanny Suárez, fue ahora mucho más consistente su entrega al vestir cada frase con un registro puro y transparente, más conocedor de las sutilezas planteadas por el autor de entre siglos y seguro en el dominio del idioma, como en el sostenimiento del estilo, sin renunciar a su impronta interpretativa personal.

Difícil reto para el contratenor que se inició como integrante de la Camerata Vocale Sine Nomine, con fuerte apego al repertorio de la música antigua y mucho le aportó al asumir principales roles en óperas de Wolfgang Amadeus Mozart, Georg Friedrich Händel y Henry Purcell.

Pero ahora Lesby Bautista, que en programas anteriores como solista defendió la obra de autores varios, debió concentrarse en el rigor que exige una sola poética, matizada por los imperceptibles contrastes de las diferentes partituras al denotar desde el canto versos de los predecesores Théophile de Viau, Théodore de Banville y Verlaine, como de Jean Lahor y Jean Moreas, contemporáneos del compositor.

Abundante acopio desde su registro aportó Lesby Bautista, entonces, a tan distintivo cancionero; en un escenario de tan rigurosa acústica, como resulta ser el Hemiciclo. 

Mientras, feliz decisión asumió el director de Arte: Daniel Noriega, al situar como «intermedio» el texto de Verlaine que dio título al programa en la limpia actitud declamatoria de Inima Fuentes; y el segmento que protagonizó la soprano Kirenia Corzo, con versos de  Leopold Dauphin, François Coupée y  Banville, musicalizados también por Hahn.

Fue más que una mera invitación. Puente y paréntesis, a la vez, actriz y soprano mostraron «otro decir» de ese desconocido pentagrama en el ámbito contemporáneo de la música de concierto en el país, al expresarse contenidas y emotivas, contrastando con el equilibrio y la agudeza del contratenor.

Un aparte de las palmas lo mereció la novel pianista, enfrentada a un vetusto instrumento de evidentes desigualdades sonoras y único «lunar» de la presentación, terminando airosa en lo que podría ser su debut como acompañante.

No menos recibieron los más jóvenes, integrantes del Cuarteto de cuerdas Alma, que dirige Amaya Justiz; y asumió loablemente los volúmenes diversos que consideró (…) en sus arreglos para ese formato, con apego a toda la heterogeneidad expresiva que requiere el ciclo de Canciones Grises, y bien supo prodigar el contratenor.

Entre todo, la propuesta de Coloquio Sentimental en el contexto del 3er. Mes de la Cultura Francesa en Cuba, permitió dirigir la atención a un hecho considerable: la reunión de jóvenes valores en el escenario, capaces e inteligentes todos, al hilvanar tamaño programa.

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