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Palabras inaugurales de la exposición ¨En ningún lugar como en casa¨
Cuando un joven estudiante de arte hace una bandera cubana con las sábanas de su casa, la bata azul de su mamá y el pañuelo rojo que ella llevaba en la cabeza, esa bandera no podrá ser nunca olvidada. Es un atributo de un país, pero en lo adelante será, además, la traza de una vida; de una singularidad poco menos que irrepetible.
Eso hizo Kcho: una bandera de estudiante para su escuela en Nueva Gerona. Y desde entonces toda la trayectoria de este artista ha sido un diálogo con Cuba. No siempre un artista le habla de tú a tú a un país. No siempre quiere ni puede hacerlo. Pero este creador tenía, al parecer, la mirada despejada y una genética de fidelidades y vocación de servicio.
En ese diálogo se dejó deslumbrar por la isla como un todo, por el archipiélago de incontables islas más bien. Por las mareas y las costas, por las tierras que flotan, por la mutabilidad perenne de las cosas en un medio acuoso y movedizo. Pero fue sobre todo un hablar con las circunstancias concretas de un territorio, un tocar con las manos los entornos, los sucesos, las realidades de las gentes, los pormenores de muchas vidas. Por eso vemos en sus obras los colores del desgaste, un columpio viejo o muebles usados. Vemos barcas, muchas barcas, embarcaderos, cosas que trae la marea. Vemos sueños que se levantan en columnas y empeños raros al arte como reconstruir casas en Haití, levantar escuelas en Guantánamo, o en montañas remotas donde nunca hemos estado y solo conocemos por las historias…
Y por dialogar cabalmente con la isla, tuvo que aprender a dialogar con el arte que le precede, con el saber que ambiciona con desvelo. Vio entonces cuanto nos parecemos todas las culturas, todos los hombres, y su diálogo se hizo más denso y universal. No lo olvidemos, ha expuesto sus creaciones donde los grandes y lo han tenido como parigual.
La isla con la que Kcho dialoga es una isla joven, imperativa, imperfecta, sensual y lenguaraz. Una Isla que solo Virgilio Piñera descifró para nosotros, más allá de los esfuerzos del Barón de Humboldt y el Almirante Colón. Es una isla que resiste, que sufre y sueña, que yerra y se levanta, que piensa y se tiende la mano.
Entremos pues a este patio y hablemos con Cuba. Una Cuba que Kcho vislumbró desde las ramas y las telas usadas de su bandera doméstica, y que ondea hoy, humilde y soberbia a la vez, en ningún lugar mejor que en casa.
Corina Matamoros
Curadora de la exposición

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