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Roberto Cobas: “La obra de arte legitima no solo la historia de un artista, sino de una época”

Decenas de exposiciones en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de La Habana y en otras galerías e instituciones foráneas por más de tres décadas han tenido en Roberto Cobas, curador de arte cubano del MNBA, uno de sus principales artífices.

Para quien escogió la que cataloga como una “profesión de dedicación y entrega”, resulta esencial que la primera página de Arte Cubano. La espiral ascendente ‒el libro que recientemente vio la luz como parte de una colaboración entre el MNBA y la Fundación Mariano Rodríguez para el arte cubano‒ lleve una sincera dedicatoria:

“A los curadores de colecciones que trabajan abnegada y silenciosamente en los museos y que dedican su vida a la salvaguarda del patrimonio cultural de la nación cubana”, realza el texto.

Sobre el volumen, Moraima Clavijo, presidenta de la Comisión Internacional de Museos (ICOM) y profesora del Colegio Universitario de San Gerónimo, relevó la pertinencia de los “más de 20 textos compilados en un acucioso trabajo de Beatriz Gago, realizados en ocasión de la celebración de exposiciones, artículos, ensayos y apuntes, y a veces profundos análisis sobre fenómenos y figuras que han sido objeto de estudio del autor, especializado en el surgimiento y desarrollo del arte moderno en Cuba (periodo 1927-1950), una de las etapas más ricas en la amplia historia de la plástica cubana”.

“Aporta la presencia de textos de sus contemporáneos Antonio Eligio, Tonel, y Abelardo Mena, poco frecuentes en este tipo de publicaciones. Sus colegas reconocen y celebran el valor de su labor, la complejidad de los análisis de figuras poco estudiadas o hasta ignoradas, la minuciosidad del estudio basado en documentos y cartas de la época, y esa información excepcional que constituye la inmediatez de un catálogo, fuente primaria similar a las obras mismas y testimonio directo de cada muestra. Es, en definitiva, su memoria”, explicó la licenciada en Historia del Arte, quien ha sido en dos ocasiones directora del MNBA.

En opinión de la editora del libro, Beatriz Gago, Arte cubano. La espiral ascendente se trata de una obra mayor de Roberto Cobas, que reúne, en un único volumen, una cantidad significativa de información acerca del arte de la República, justamente debido a la visión abarcadora, inclusiva y aguda con que su autor presenta a la vanguardia histórica cubana.

“A través de sus páginas, es posible discernir con claridad los múltiples matices que conformaron los discursos del Arte Nuevo, demostrando una diversidad de horizontes que aporta especial riqueza a la evolución –difícilmente cronológica o generacional– de este proceso”, dijo.

De acuerdo con la especialista, este volumen se ha articulado formalmente en tres segmentos. “El primero de ellos, 'La Búsqueda de lo Cubano Universal', nos muestra con gran eficacia el esplendor dentro de esa diversidad, a través de algunas de las obras y artistas más emblemáticos de ese intenso periodo, que generó, al decir del propio autor del libro 'uno de los movimientos artísticos más poderosos del continente americano'”.

“El segundo segmento agrupa textos que se encuentran en los dominios del arte de compromiso social explícito. 'Del comentario social al arte militante' nos muestra la radicalización progresiva del pensamiento crítico de la intelectualidad cubana, a través de la mirada de sus artes visuales. Allí está, en su merecido lugar, el irreductible Pogolotti, liderando aún la lucha a favor de la clase obrera. A su lado, como justos y dignos compañeros de viaje, encontramos, engrandecidos, a un Jorge Rigol y a un Peñita”, sostuvo Gago.

Bajo el título de "La mirada inédita", llega el tercer momento del libro, donde “Cobas trabaja no solo sobre los lugares comunes en la percepción que tenemos hoy de los maestros, sino más allá, desde las márgenes mismas del conocimiento instituido, develando aristas muy poco promocionadas de la historiografía del periodo republicano”.

Para la editora, “las trayectorias de algunos actuantes que han permanecido atrapados por décadas en los márgenes del relato vanguardista, adquieren en esta tercera parte de la compilación una validez y protagonismo insospechados. Ciertas transgresiones que se han considerado inclasificables hasta el momento, pueden ser perfectamente comprendidas desde la lógica de este enfoque”, destacó.

Aparecen así nombres como Samuel Feijóo, Mirta Cerra, Daniel Serra Badué o Antonio Gattorno, en un texto que se erige “como un material indispensable para los que comienzan a indagar en el legado de las generaciones que vivieron y trabajaron durante este periodo”, pero que, incluso, tiene el potencial de “sorprender a algunos que crean ser conocedores de la vanguardia histórica”, apuntó Beatriz Gago.

Según Roberto Cobas, el volumen de 284 páginas, cuya labor editorial se extendió por dos años, cuenta además con la excelencia del diseño de Arnulfo Espinosa, “quien ayudó desde la visualidad a estructurar lo que podríamos llamar un rompecabezas, parte de un todo mayor”.

El libro estará disponible para su consulta en la biblioteca del MNBA y para escuelas de arte especializadas.

Un libro que nace “desde casa”

Sobre “la magia del MNBA”, que ha sido verdadera escuela y casa ‒como declara el autor en la entrevista al historiador del arte, curador y ensayista Abelardo Mena, que precede los ensayos‒, Cobas recordó durante la presentación las palabras de Jorge Mañach, uno de los intelectuales más ilustres de nuestra cultura: “En un museo, como en una iglesia, se siente la presencia de algo que está por encima de la pequeña común medida de los hombres”.

En cuanto a lo que sería la función del museo, consideró que no es solo el templo dedicado a la contemplación de las obras cimeras de nuestra historia, sino mucho más, “un sitio para realizar exploraciones, hacer preguntas y tener respuestas, y por tal motivo puede también funcionar como un laboratorio para investigar ciertas ideas y problemas que enfrentamos como historiadores del arte, sociólogos, críticos o curadores”.

La profesión de curador, “que hemos abrazado, requiere tanta dedicación y entrega que no alcanza una vida para cumplirla a cabalidad y es imprescindible alentar el relevo, pues este es un perfil profesional que se basa en la continuidad, la permanencia y la dinámica progresiva del conocimiento”, dijo.

No es ajeno este oficio ‒recalcó‒ a la ética y la decencia. “No se puede engañar al público. La obra de arte es el principal documento para legitimar la historia no solo de un artista sino de una época”, dijo.

El volumen ‒prosiguió‒ no pretende emitir la última palabra, es un punto de partida para que otros continúen el camino. “Lo interesante de hacer un libro desde la mirada de un curador, es que este trabaja directamente con la obra de arte como el objeto primario y no a partir de teorías. Toda obra artística tiene un lenguaje, una expresividad; te va a hablar de quién la realizó, el autor, la época, la interrelación entre los artistas…”.

“No soy un teórico del arte, no hago una generalización del arte cubano, voy por partes, por artistas, veo sus obras, hago un análisis de ellas, las pongo en época y eso se lo ofrezco al lector”, concluyó Cobas.

En el prólogo del volumen, el artista Antonio Eligio, Tonel, reflexiona:

“El campo de la historia del arte en el cual Cobas ha afianzado su trayectoria profesional no podría ser más fascinante, ni tener mayor peso o visibilidad. Si nos permitiésemos imaginar al arte cubano como el archipiélago donde se asienta nuestra nación, la vanguardia artística nacional ‒con sus prolongaciones en el clasicismo de la modernidad‒ equivaldría al territorio de la isla grande: así de extenso y dominante ha sido el espacio conquistado por los artistas ‒y junto a ellos, por los críticos y promotores‒ cuya obra se discute en este tomo. No en balde, estas páginas dan la impresión de ser como una guía de lujo al arte hecho en Cuba durante la primera mitad del siglo XX”.

Y continúa Tonel: “Los nombres que el autor trae a colación, de Víctor Manuel a Amelia, de Cundo a Mariano, de Carreño a Lam, de Arístides Fernández a Carlos Enríquez, suenan como pura música a los oídos del aficionado y del conocedor de la cultura nacional. Pero es obvio que esa reunión de figuras cimeras, en sí misma, no haría del libro un ejemplar imprescindible.

“La relevancia de los textos, mucho de lo más valioso que ofrecen estas páginas, se encuentra en lo exhaustivo de las investigaciones, en la profusión de referencias, en la extensa bibliografía, y en los documentos (incluyendo fotografías de época) que Cobas y sus editores han rastreado y puesto a nuestra disposición”.

(Tomado de Cubadebate)

 

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