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Joseph de Paéz (7 de diciembre de 1721- h.1790) Nació en la ciudad de México, San Juan Nepomuceno con ángeles
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San Juan Nepomuceno (Jan Nepomucký) nació en Bohemia a mediados del siglo XIV. La leyenda hagiográfica del siglo XV cuenta que, siendo obispo, Juan era el confesor de Sofía de Bavaria, la esposa del rey Wenceslao de Luxemburgo. El monarca comenzó a sospechar de la infidelidad de su cónyuge, y pretendía obligar a que su confesor rompiera el secreto de confidencia. Juan se negó a expresar la que la reina revelaba, por cuya razón, el rey lo mandó a torturar. Más tarde, Nepomuceno fue nombrado arzobispo de Praga y apoyó el nombramiento de un abad fiel a Roma y no al rey, por lo cual, el monarca ordenó su arresto y muerte, siendo arrojado vivo desde el puente Carlos de Praga al río Moldava, el 20 de marzo de 1393. Se relata que en el momento cinco estrellas se iluminaron sobre sus aguas. Más tarde, los habitantes de la ciudad recogieron el cadáver para darle sepultura. Por su actitud de vida, Juan Nepomuceno se convirtió en el mártir del secreto de confesión, al defender sus derechos eclesiásticos, y en ejemplo sacerdotal por su fidelidad a Roma.
En 1721 Nepomuceno fue beatificado y canonizado, ocho años después, por Benedicto XIII. Cuenta la leyenda hagiográfica que como parte del proceso se abrió la tumba donde yacía y se extrajo su lengua. Fue colocada en un relicario y, en 1725, durante unas horas, la lengua creció de tamaño y de color, pasando de gris y seca, a roja. Esta trasformación de la lengua la convirtió en símbolo y es frecuente su presencia en los confesionarios recordando a los sacerdotes su promesa de proteger el secreto de confesión.
El culto y popularidad de san Juan Nepomuceno creció y se extendió por países europeos durante el siglo XVIII. Esta divulgación se debe en parte, a la labor de la Compañía de Jesús, pues en 1731 lo nombraron copatrono de su orden. De igual manera, se sumaron la fe que le tenían los nobles y clérigos. Para lograr la difusión con mayor rapidez, se produjeron grabados sueltos que representaban las escenas de la vida del santo, así como su iconografía. Fue considerado patrón de la buena fama, abogado de la honra, mártir del sigilo de la confesión y Patrono de los confesores.
La fe y difusión a san Juan Nepomuceno llega a Nueva España de manos de los jesuitas. Y fue amplía su popularidad en el siglo XVIII, tanto desde el punto de vista devocional como de su representación pictórica. En el conjunto de obras novohispanas del Museo existen dos pinturas que representan al mártir.
En la obra, de mediano formato y carácter devocional, San Juan Nepomuceno con ángeles se representa al Santo de cuerpo entero, posado sobre una nube, con la mirada de frente. Con rostro suave y amable, con cabellos de escaso volumen, y barba corta. Viste según la tradición iconográfica, con el manto canónigo, lleva sotana y alzacuello negro, sobrepelliz blanco y muceta de armiño atada al pecho con un broche, símbolo de su cargo como confesor de reyes.
San Juan porta en la mano derecha la palma martirial como confirmación de que fue martirizado. Aparece acompañado por querubines y cuatro ángeles, quienes portan con gesto de ofertorio algunos de sus atributos: un crucifijo, símbolo de la fe, como del sacerdote martirizado; una lámpara que, por su luz, alude a la sabiduría, defensa de la verdad y piedad. En el extremo inferior el cuarto ángel muestra un libro con una página abierta. La representación del libro breviario ligada a este Nepomuceno estuvo presente desde la primera etapa de su culto. En la página se lee proseculo confesiones, o sea, el secreto de confesión por los siglos. Además de portar el libro, este ángel simboliza el silencio del mártir al llevar su dedo índice a los labios. En el otro extremo, otro ángel sostiene un grupo de cintas unidas de cuatro colores: blanco, rojo, verde y azul que simbolizan las cuatro facultades en las cuales el santo logró el grado doctoral: filosofía, derecho eclesiástico y universal, y teología.
El mediano formato de esta obra y el uso del metal como soporte, fueron común en las creaciones de Paéz, ambos elementos facilitaban la circulación de su pintura. El tamaño, facilitaba la manipulación y el traslado de un sitio a otro, y el metal era un material de alta firmeza en un momento donde era vital el fortalecimiento de las devociones hagiográficas.
En San Juan Nepomuceno con ángeles, Paéz mezcló los colores delicadamente y sin grandes contrastes. Primó la gama apastelada con bordes difuminados y pincelada delicada, superando el valor del dibujo. El fondo de la composición se distingue por un matiz azulado que se extiende suave y homogéneamente. A la vez que coquetea con el rojo que usa para vestir a algunos de los personajes y en otros elementos aislados de la obra.
La composición es sencilla, el autor creó con destreza una escenografía narrativa en un espacio mediano, en la cual cada personaje expresaba un sentir simbólico sereno y contenido. Colocó en el centro a San Juan, y en los extremos laterales, en tres bloques escalonados a las figuras celestiales que lo acompañan. Sin que este ordenamiento denotara la jerarquización de uno sobre el otro. Los personajes se pueden apreciar detalladamente si son observados de abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo.
Con la suave dulzura de los rostros, la minuciosidad en el tratamiento de los detalles y la destreza de sus trazos: sueltos, sobre todo en los pliegues de los mantos y en las nubes; más precisos en las manos de los personajes. A este exquisito manejo artístico, se le suman los elementos iconográficos que portan ángeles y querubines, con lo que se logra narrar el fervor de vida y obra del Santo humanizado, de forma sutil, agradable y delicada. La composición ofrece entonces una atmosfera divina, de ternura, quietud y armonía.
San Juan Nepomuceno con ángeles de José de Paéz, reúne en sí, las características pictóricas de su autor y del arte pictórico novohispano de la segunda mitad del siglo XVIII. Fue una de las últimas obras adquiridas por el Museo Nacional de Bellas Artes en el año 2009, muestra el interés de la institución de incrementar los fondos museables de arte latinoamericano e internacional.
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