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Manuel Mendive Hoyo, Barco negrero, 1976
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El mundo creativo de Manuel Mendive se nutre de los ritos legenda- rios propios de la Regla de Ocha o Santería. Su impronta está sig- nada por la magia y el espíritu de sus visiones del culto y a partir de los elementos transculturados de nuestra idiosincrasia crea un vasto uni- verso fantástico. Sintetiza al hombre en una inserción de alegorías poé- ticas donde lo mitológico, en comunión con lo sincrético, ofrece una visión doméstica de la liturgia a través de códigos y categorías elabo- radas intelectualmente, en un arte donde se yuxtaponen la memoria y la experiencia junto a la imaginación, lo que determina la intencionalidad de cada pieza. “Sus ojos como a través del mpaka congo, ven en lo coti-
diano la materia prima de lo extraordinario”(1)
Para expresar los componentes particulares de esta arista de nuestra cultura nacional asume lo popular como fuente imprescindible junto a la preponderancia del tema del negro. Ejemplo elocuente es Barco negrero, que marca una dimensión nueva en el tratamiento de escenas históricas en su afán por preservar el legado histórico y documenta una etapa caracteri- zada por el colorido brillante mediante la técnica del punteado. Esta inser- ción profunda en la tradición afrocubana le lleva a indagar en una serie de hábitos, conductas y comportamientos de este estrato de nuestra sociedad, que junto a otros, conforman el amplio mosaico de lo autóctono de nues- tro patrimonio. (H.M.M.)
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