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Armando García Menocal y García Menoca. Comentario de obra

Título: 
Armando García Menocal y García Menoca. Comentario de obra
Fecha: 
2021

 

Los motivos de la mitología grecolatina fueron rara vez tratados en el arte cubano hasta los inicios del siglo XX, cuando dos grandes maestros avivaron el tema en la pintura vernácula: ellos son Leopoldo Romañach y Armando García-Menocal. Este renacer coincidió con dos excepcionales encargos realizados por las hermanas Marta y Rosalía Abreu destinados a sendas residencias habaneras. Sin embargo, no se trató de un mecenazgo perfecto. El gusto por lo foráneo inclina a las benefactoras hacia la comisión de copias de pinturas célebres en París o que ornaban una mansión de la familia en la Ciudad Luz. Entre 1904-1905, Marta Abreu recurre al genio criollo de Romañach para la decoración del palacete que regala a su hijo y a su joven esposa –la pareja Estévez-Lasa,- erigido en el céntrico Paseo de Martí¹. Y allí se resiente la creatividad del artífice, al verse obligado a consignar al pie del encargo un “d´apres…” que antecede al reconocimiento del autor original de la composición. 
Por los mismos años, Rosalía Abreu requiere el pincel de Armando García-Menocal para ambientar su flamante casa-quinta de Las Delicias de Palatino, levantada sobre las ruinas de una residencia colonial destruida por el fuego en 1901. La nueva mansión, de estilo ecléctico con remembranzas góticas y mozárabes, fue diseñada por el arquitecto francés Charles Brun, quien trabajó los estilos históricos con el novedoso método constructivo del hormigón armado. Para este fantástico château inaugurado en 1906, el pintor cubano recibe la intrincada encomienda de realizar panneaux de asunto mitológico –inspirados en la obra de Bouguereau- y a la vez, interpretar composiciones históricas referidas a grandes batallas de las guerras por la independencia de Cuba. 
Para el pintor mambí fue el instante de poner en juego sus mejores armas. La experiencia de Menocal con el tema mitológico era, cuando menos, controvertida. Leda, cuadro con el que demostraba su capacidad artística más allá del retrato, había sido exhibido recién en el establecimiento El Pincel radicado en la calle Obispo, y la falsa moralidad de la época condujo a que las autoridades mandaran retirarlo, por escandaloso. Con certeza, el traslado de la pieza a una caseta del Parque Palatino atrajo hacia el desnudo un interés adicional que le garantizó un inesperado éxito de taquilla; pero se duele el artista, como de un revés, luego de las halagüeñas críticas que le deparara su exposición del Ateneo y Círculo de la Habana, en 1902.
Leda constituye una interesante aproximación al motivo de Leda y el Cisne, ampliamente abordado por la pintura a lo largo de siglos. Según la mitología griega, Zeus había recurrido al ardid de transformarse en cisne, simulando ser atacado por un águila para refugiarse en el regazo de la reina Leda y seducirla. La recia figura femenina que escoge el pintor, desnuda con apenas un paño de pudor que cubre su pubis, atrae por los tonos rosáceos de una piel de marfil; y se recuesta estremecida por el contacto del ave, en la vegetación de las costas del río Eurotas. El escorzo, a la vez contraído y pleno, crea el contrapunto perfecto entre el clímax erótico y un sugerido recato, que disimula el rubor del rostro escondiendo las facciones tras el níveo brazo.
La finca de Palatino era, sin dudas, un verdadero lienzo en blanco para Menocal. Allí vemos, aún, alguna reminiscencia de Bouguereau en El nacimiento de Venus, si bien han intercambiado roles y posturas los tritones y sirenas. Pero su Apolo, Ganimedes y las numerosas escenas pastoriles que colmaron los salones de Las Delicias, llevan su rúbrica propia. En cuanto a lo histórico, La Batalla de San Juan (desaparecida) y La Batalla del Coliseo resultaron cuadros heroicos, ejecutados con una perspectiva panorámica que los elevó como grandes aciertos del arte para legitimar el arribo de la incipiente República; y le auguraron a Armando García-Menocal importantes encargos oficiales.

 

 ¹El Palacio Estévez-Lasa, en El Fígaro. Revista Universal Ilustrada (La Habana). Año XXI, Nº22, mayo 21 de 1905. En particular la prensa destaca los panneaux originales que pintó M. Chartran para los esposos Grancher-Abreu en París, y califica las copias de Romañach como “admirables”. También se le solicitan copias de William Bouguereau.

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 Armando García Menocal y García Menoca. Comentario de obra