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Cosmogonía y el realismo onírico de Roberto Álvarez Ríos
Ficha técnica
Cosmogonía, 1967
Óleo sobre tela; 140,5 x 200 cm
Col. Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, Cuba
Tal vez es a Wifredo Lam a quien le debemos la aprehensión de Roberto Álvarez Ríos por el surrealismo y lo onírico. Siguiendo momentos importantes de la vida de Álvarez Ríos, apuntamos que nació en La Habana, el 17 de septiembre de 1932, y murió en Francia, el 16 de diciembre de 2015.
En 1949 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, donde se graduó en 1955, con primer premio de grabado. Ese mismo año participó en el XXXVI Salón de Bellas Artes, que tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes de La Habana. En marzo del 1958 se estableció en París y cursó estudios en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de esa capital europea. Dos años más tarde logró exponer en el Salón Comparison del Museo de Arte Moderno, en la Galería Duncan y en la Exposición Internacional de Deauville, donde le confirieron mención especial y un diploma. En 1961 estuvo presente en el Salón de Arte Cubano Contemporáneo, presentado por Robert Altman en la Galería Weiler y en la Galería del Dragón de París. En 1962 la galería La Cour de Ingres le organizó una muestra personal, en la que se revela la consolidación de su estilo surrealista.
Entre el 22 de marzo y el 7 de abril de 1962, la Galería de Arte de Galiano y Concordia se convirtió en sede de su más completa exposición personal en Cuba, hasta ese momento, organizada por el Consejo Provincial de Cultura de La Habana. En total se desplegaron 17 óleos titulados: Figura en azul y negro, Mito primitivo, Paloma blanca, Transfiguración, Homenaje a Lumumba, Gallo jacarandoso, Sueño del espacio, Maternidad con gemelas, Palomas, Flores, Gallos, Peces, Paisaje con figuras, Composición, La monja y Abstracto. Los temas circundan asuntos cotidianos, de la naturaleza animal y vegetal, junto a problemas de índole social y política, planteados desde los presupuestos de los creadores surrealistas. Al respecto, en el catálogo se desarrolla este concepto que entre otras ideas explica que:
El surrealismo, partiendo de la “asociación libre”, y del onirismo como método de creación, busca la expresión del subconsciente para trasmitir una “súper realidad”.
En el terreno de la forma el surrealismo rechazó las experiencias del impresionismo en adelante y volvió a la exactitud académica, casi naturalista, de la forma, buscando la relación subconsciente de los elementos de una realidad representada con vigor minucioso.
En el terreno de las ideas el surrealismo representa la búsqueda de una realidad subjetiva y fantástica, por encima de la percepción racional del mundo exterior.
En 1967 Álvarez Ríos volvió a exponer en su tierra natal; esta vez en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana y también en las Galerías Ignacio Agramonte de Camagüey y de Matanzas. Un reconocimiento a su obra fue su inclusión en la lista de los artistas cubanos que asistieron al Salón de Mayo, en La Habana. En 1971, junto a Wifredo Lam, el artista representa a Cuba en el Festival Internacional de Artes Plásticas en la ciudad francesa de Luchon. En lo adelante, desarrolló una ascendente carrera en Europa, sin perder sus vínculos con Cuba, de lo cual es ejemplo su participación en el proyecto Cuba, mi patria (2006), que tuvo por sede la Embajada de Cuba en Francia y que, por cierto, constituyó el inicio de las celebraciones por el Día de la Cubanía en el Viejo Continente.
Continuando la revisión de su cartelera expositiva, notamos que Galería de La Habana fue la sede de la muestra Óleos, celebrada entre el 10 de diciembre de 1974 y el 5 de enero de 1975. Por el catálogo se conoce que para esa fecha ya el cubano había presentado más de 15 exposiciones personales y había sido incluido en cerca de 50 proyectos colectivos desarrollados en importantes centros de producción y recepción del arte de Europa y América Latina.
Obras antológicas como El baño de las lunibelas (1971, 10 x 97 cm), El circo insólito (1974, 162 x 130 cm), La visita del pensamiento del “tú” (1973, 162 x 130 cm), Cabalgata sideral (1974, 102 x 74 cm), La tortura de Chile (1974, 166 x 133 cm), Chile-septiembre de 1973 (1973, 146 x 97 cm) y Cosmogonía (1967, 200 x 140 cm) forman parte del repertorio que impactó al público habanero.
Años después de Galería Habana, cambió la historia expositiva de Cosmogonía; debido a que desde el 2001 esta se exhibe en las Salas del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Al respecto, el reconocido curador Roberto Cobas Amate explica:
Cuando se hizo la remodelación del 2001 en la colección de los años sesenta, entendí que tenía un grupo de artistas eminentes (los que ya conoces). Pero percibí que se quedaban fuera dos artistas cubanos de prestigio internacional: Jorge Camacho y Roberto Álvarez Ríos. Camacho había sido incorporado al movimiento surrealista por el propio André Breton, quien escribió las palabras para su primera exposición en París. Y el otro notable pintor surrealista era Roberto Álvarez Ríos, cuya obra transcurre en el discurso surrealista del París de los años sesenta, con muy buena crítica de los escritores franceses. Ambos fueron incorporados por sus propios valores con obras cronológicamente cercanas. Su inclusión le dio un matiz más amplio al discurso de la sala de los sesenta.
Fue así que luego de varios análisis e intercambios con el hermano de Álvarez Ríos se selecciona esta tela. Con ello, no solo se lograba salvar la relativa ausencia del pintor de nuestros espacios expositivos durante algunas décadas. También se prestó atención al adecuado balance e interconexión entre las tendencias estéticas predominantes durante los sesenta, con la obra de Álvarez Ríos y de Camacho, y ciertos hilos de continuidad en el interés por lo onírico que ya venía apreciándose en otras figuras de los cuarenta y los cincuenta, entre quienes pueden citarse a Roberto García York –quien incursiona propiamente en la corriente surrealista en Cuba a inicios de los años sesenta–, junto a Carmelo González.
Cosmogonía es una pintura de formato apaisado que dialoga con títulos como Por detrás de la luna (1973) y Surgimiento para la primavera (1974), en las que se problematiza sobre el cosmos que acompaña al ser humano como centro del universo. Obsérvese que en su composición el autor crea artificios para trasladar su intencionalidad, pues más que todo se plantea un asunto, una idea, un concepto a transmitir. En el centro de la composición dibuja una forma semicircular, trazada por enfáticas líneas negras, con dos orificios que simulan ojos. Entonces, en los movimientos planetarios que suceden en el centro del espacio sideral son observables los impulsos y tensiones cotidianas a las que se enfrentan los seres humanos. La representación de símbolos en negro armoniza con valores, colores en gradaciones de ocre y texturas inciertas, listos para enfrentar encontrados mensajes de quietud y preocupación. La estética del pintor es evidente en esta escena, evaluado por Pierre Gaudibert en sus palabras para el catálogo, cuando sentenció:
(…) Esos deslizamientos incesantes, de formas movedizas, Álvarez Ríos los sitúa en un espacio que es también infinitamente abierto, flotante, en perpetua génesis; impulsos dinámicos, tensiones y pulsaciones lo recorren en todos los sentidos y sugieren el espacio cósmico que comienzan a explorar los cosmonautas.
Una pintura así no significa en lo absoluto una huida de lo humano, sino la resonancia de lo más profundo del pintor de la doble llamada que sigue inflamando el siglo XX: cambiar el mundo y cambiar la vida (…)
De modo que Cosmogonía es parte inseparable del discurso que define a este artista en su entorno, imaginativo y comprometido a la vez, tal cual lo reafirma el creador y crítico de arte Pedro de Oraá en las palabras de presentación de la exposición, cuando se refirió a su capacidad de “concordar forma-contenido”, manifiesto en títulos como Homenaje a Lumumba (1961), producida como respuesta al asesinato del líder africano; Mi honda es la de David y Por qué me matan (1962), motivadas por la Crisis de Octubre.
Es feliz la conclusión de este breve comentario. Valió la pena confirmar que la ruta creativa de Roberto Álvarez Ríos y su obra han sido colocadas en su justo lugar, como representante auténtico e imprescindible de la pintura cubana y universal de todos los tiempos.
1Catálogo de la exposición.
2Intercambio de correspondencia entre Roberto Cobas Amate y Teresa Toranzo Castillo, vía WhatsApp, 17 de septiembre del 2021, 9:08 a.m.
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