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El retrato pictórico Dn. José de la Luz y Caballero

Título: 
El retrato pictórico Dn. José de la Luz y Caballero
Fecha: 
2021

De este gran hombre y cubano diría Emilio Roig: “Pero, más que por los méritos de su saber, José de la Luz es grande por el destino que quiso dar a sus dotes intelectuales, y que les dio: porque no pensó en la gloria literaria o científica, sino en lo que la Patria necesitaba, y en vez de ser hombre de letras se hizo educador, porque, según dijo, «no podía sentarse a hacer libros, que es cosa fácil, porque la inquietud intranquiliza y devora, y falta el tiempo para lo difícil, que es hacer hombres». Y logró su nobilísima ambición; para decirlo con palabras de Martí: «Sembró hombres».”
El retrato pictórico Dn. José de la Luz y Caballero (11 de junio de 1800- 22 de junio de 1862), realizado por el artista Juan Francisco W. Cisneros, nos muestra al pedagogo en la madurez de su existencia porque es posterior a la muerte del efigiado, y su ejecución se enmarca entre junio de 1862 y su primera reseña en la prensa de la época, en julio de 1863. Se trata de un retrato “de memoria” en que el personaje simbolizado no posó para la pintura, hecho perceptible en la dificultad evidente que enfrenta el artista ante una representación de cuerpo completo. Esta ausencia del modelo vivo, decanta la composición por una figura estilizada en posición sedente que enmascara las proporciones reales del arquetipo. Y pudiera creerse que el escenario elegido fuera la oficina del Colegio El Salvador que ocupó el ilustre personaje, por la ambientación escogida donde los libros se erigen en tropo que identifica la labor educativa; pero varios detalles apuntan hacia el propio edificio colonial donde radicaba por entonces la Academia de San Alejandro. En particular, destaca la estampa religiosa primorosamente enmarcada que cuelga en la pared de fondo del local, y que –más allá del indicio de que el educador poseía una pequeña plancha de cobre con este motivo- ha sido escogida para acentuar ese ascendente familiar dentro del clero criollo cubano del siglo XVIII que fue José Agustín Caballero, tío y maestro de Luz. Bellamente tratada en escorzo que corresponde a los ángulos de la habitación, se trata de una copia de “La Transfiguración” de Rafael Sanzio, cuadro que acompañó al artista salvadoreño desde sus años de estudio en Europa, y que donó a su familia de San Salvador en 1868, para que subsistieran al terremoto y devastadora erupción volcánica que asoló la ciudad en aquel año. La obra de tema bíblico aún se conserva en una colección eclesial del país centroamericano, como evidencia del destino lógico que se dio a la pieza, y del porqué se comenzó a considerar desde entonces a Cisneros, como el artista que abre la historia del arte de su nación.
Sin embargo, volviendo al retrato de don José de la Luz y Caballero, este se enmarca en una tradición pictórica que dotaba al personaje de un ambiente alegórico a su profesión o estatus social, con un entorno escogido escrupulosamente, que aquí se enfatiza en el mobiliario representado: librero, mesilla con libros. Y aquí volvemos a otro de los detalles referidos, ya que don José poseyó en el Colegio El Salvador un bufete-escritorio que pudo ser más atractivo para representarlo en la pintura, mientras el artista escoge una mesa de tapa de mármol muy común en la época, apoyando la idea de que se trata del edificio de Dragones Nº 62 donde radicaba el propio artista. Mientras otro detalle, que es el piso ajedrezado, se corresponde con las oficinas de la dirección del plantel alejandrino –según se observa en fotografías publicadas años después. No se trata del tipo retrato más extendido en Cuba en su momento, por todas las particularidades enumeradas, pero sí destaca ese estilo que caracterizó la obra de Cisneros, de énfasis en la habilidad técnica y la metodología de trabajo que sobrepasan el propio resultado final.
La aceptación del cuadro entre los allegados al maestro fue indiscutible; pues, años después de su muerte, se conservó en el salón de exámenes del Colegio El Salvador. Cuando el plantel cerró, luego del estallido de la Guerra Grande, la pieza fue celosamente guardada por José María Zayas, quien la traspasó a su hija Carlota Zayas de Pérez. Con posterioridad, su esposo la donó al Dr. Raimundo Cabrera y es este destacado intelectual, quien la lega a la colección del Museo Nacional en el año 1913, tratándose por tanto de una de las joyas fundacionales de nuestra institución.
Conmemorándose un nuevo aniversario de la muerte del Maestro, recordemos algunos de los pensamientos de Luz y Caballero que han trascendido en el ideario de la Educación Cubana:
«Callen personas cuando hablan pueblos»
«Estudiar no es dar carrera para vivir; es templar el alma para la vida»
«Antes quisiera yo ver desplomadas, no digo yo las instituciones de los hombres, sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral»

Juan Francisco W. Cisneros Guerrero (San Salvador, El Salvador, 1823-La Habana, 1878)
Ficha técnica:

Retrato de Dn. José de la Luz y Caballero
Óleo sobre tela; 158 x 101,5 cm

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Juan Francisco W. Cisneros Guerrero (San Salvador, El Salvador, 1823-La Habana, 1878) Ficha técnica:  Retrato de Dn. José de la Luz y Caballero Óleo sobre tela; 158 x 101,5 cm