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Homenaje para Homenajes: Raúl Martínez a 26 años de su partida

Título: 
Homenaje para Homenajes: Raúl Martínez a 26 años de su partida
Fecha: 
2021

El 2 abril de 1995 dejó de existir Raúl Martínez (Ciego de Ávila, 1927), quien es considerado como uno de los nombres imprescindibles de las artes visuales cubanas de todos los tiempos. El 18 de enero –apenas tres meses antes de su partida–, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas lo condecoró con el Premio Nacional de las Artes Plásticas, el primero en entregarse después de su instauración en 1994. 
En diciembre de 1995, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) presentó la exposición Raúl Martínez: El desafío de los sesenta, con curaduría de Roberto Cobas Amate, en homenaje póstumo a una vida íntegra y a una excepcional vocación por el arte; que le permitió transitar con éxito por varios estilos, modos de expresión, ciclos o periodos creativos, manifestaciones y técnicas. El catálogo de la muestra contó con sendos textos de Roberto Fernández Retamar y Roberto Cobas. 
En el 2012, fue notable que Ediciones Vanguardia Cubana publicara Raúl Martínez. La gran familia, escrito por la ensayista y curadora del MNBA, Corina Matamoros Tuma. Con prólogo de Abelardo Estorino, este volumen se ha convertido en referencia obligada para el estudio del itinerario artístico del también pedagogo. En su contenido, la autora dedica espacio para el análisis de la exposición Homenajes, centro de estos párrafos de remembranza.
Incuestionable maestro de renovador estilo, a Raúl debemos un repertorio de memorables obras, entre las cuales están: 15 repeticiones de Martí (1966), Martí y la estrella (1966), 24 repeticiones de Martí con números y flechas (1966), Oye América (ca. 1967), Todos somos hijos de la patria (ca. 1967), Ustedes, nosotros (1969), Isla 70 (1970), La ronda nocturna (1975), La gran familia (1978), El mediodía del búho (1978), así como las series Dibujos para colorear (1983) y La conquista (1992), entre otras.
Girón forma parte de la serie Homenajes, la cual fue presentada en la exposición del mismo nombre, desplegada en los espacios de Galería de La Habana, en julio de 1964. Raúl expuso sobre los “ecos” de Antonia Eiriz/Pinturas Ensamblajes, un proyecto que consolida el discurso grotesco expresivo de la multifacética creadora. Apenas comenzado el año, las obras de Antonia provocaron estremecimiento en los espacios de circulación del arte, tal vez sin suponer que la emoción se repetiría en julio, ante los 28 collages propuestos al público por Raúl Martínez, en Homenajes. Estas dos muestras, junto a otras exhibiciones personales y colectivas que ocuparon las sedes de Galería de La Habana –a partir de su fundación en 1962– y del MNBA, indicaron el novedoso y optimista Estado del Arte, en los inicios del primer quinquenio de la Revolución.
En Homenajes, Raúl sintetiza hechos, frases puestas de moda y personalidades relevantes, que habían influido en Cuba durante el pasado reciente o en los comienzos de los sesenta. Acaecieron demasiados eventos para tan poco tiempo y para el pueblo que lo tuvo que enfrentar. Se trató de la explosión del vapor La Coubre, el 4 de marzo de 1960. Por otra parte, 1961 fue el año de Girón, del asesinato de los brigadistas que participaban en la Campaña de Alfabetización, de la lucha contra bandidos (extendida hasta 1966), por solo referir algunos ejemplos. La conciencia de los artistas e intelectuales reaccionó con prontitud. Emergió un discurso y una estética de corte histórico-testimonial en un grupo de creadores, entre quienes se encontraba Raúl. 
Homenajes sitúa a la historia como protagonista del relato, que adquiere dimensión cotidiana mediante el uso del collage; felizmente combinado con los recursos del expresionismo abstracto y del Pop Art. Haciendo precisiones sobre el pop, en el artículo publicado en El Mundo del Domingo, en septiembre de 1964, Martínez explica a Nydia Sarabia que: 
De ellos he tomado la libertad de actuar ante medios expresivos diversos que he considerado útiles. Mi mayor contacto ha sido a través del pintor Rauschenberg, el cual considero como el promotor de todo este movimiento, o el enlace entre la pintura de acción y el Pop Art.
La muestra fue todo un éxito, encomiada en su texto por Edmundo Desnoes (reconocido intelectual del decenio, quien era columnista del influyente magazine Lunes de Revolución) y también por Virgilio Piñera, quien publicó la emoción que le provocó la propuesta de Martínez, en la edición del 10 de agosto del Suplemento de Revolución.
Girón es el tributo a los dramáticos sucesos de abril de 1961, cuando nuestro heroico pueblo protagonizó la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina. El también diseñador y fotógrafo, que ya transitaba hacia la consolidación del Pop Art como medio de expresión, refuerza en la superficie pictórica un ambiente de dolor y dramatismo, cuando inserta sobre la tabla las palabras “Girón” y “Nuestros hijos murieron” en color rojo –simbolizando así la sangre derramada por los caídos en combate. Un escrito sobre un papel, adherido al soporte declara que “ellos continuarán su obra”, subrayando así el optimismo, la consecución de la idea, a pesar de los tiempos difíciles. Él prioriza el contenido; pero le interesan las texturas, que sitúa en una relación de subordinación. 
Actualmente, un segmento de la producción de Raúl Martínez –desde 1947, cuando muy joven envió su primer cuadro al Salón Anual de Pintura y Escultura del Círculo de Bellas Artes, hasta el final de su vida– es atesorado por el MNBA. Una selección de sus pinturas y collages, que ilustran ciclos puntuales por los que transitó su estética, con Girón entre ellas, se encuentran en espacios de exhibición permanente; reafirmando la personalidad de un artista que está en todas partes, en la obra cotidiana. Con la serie Homenajes, el valor de su aporte a la cultura cubana trasciende, nos convoca a que desde nuestras galerías le correspondamos, cuando su partida aún nos duele. El 16 de abril, al rememorar la historia de Playa Girón, su collage estará presente. 

 

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Ficha Técnica de Girón de Raúl Martínez Girón 1964. De la serie Homenajes. Óleo y collage sobre masonite; 121,5 X 182,5 cm Colección Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana