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La huella africana en nuestra música

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La huella africana en nuestra música
Director del MNBA

No es posible referirnos a los elementos que modelaron nuestra nacionalidad sin incorporar a África. En condiciones de esclavos para ser sometidos a las más cruentas labores, fueron traídos a Cuba miembros de más de ochenta etnias, muchas de las cuales rivalizaron en sus entornos originarios, y al llegar a la Isla debieron compartir un destino común. Es un error imaginar que estos pobladores, arrancados de sus tierras, tuvieron formas de expresión cultural homogéneas. Una manera de acercarse a la complejidad de este universo de significaciones —según el estudioso de esos temas, Tato Quiñones— es «A través del tambor, porque dentro de los cultos, no es un simple instrumento musical, el tambor habla, es una escritura». La colección de tambores que hoy conserva el Museo Nacional de la Música derivó de lo atesorado durante años por  investigadores como Amadeo Roldán, Alejo Carpentier, Fernando Ortiz y Argeliers León, así como por el propio Museo Nacional en su perfil anterior a 1960. 
En la muestra El espejo de los enigmas. Apuntes sobre la cubanidad, que formó parte de la exposición del Museo durante la XIII Bienal de La Habana y de la que fui curador junto a María Lucía Bernal; se presentaron piezas de un valor extraordinario, como los tambores bonkó enchemiyá, ekomo obiapá, arará, abakuá y batá, junto a muchos otros. Algunos de estos aparecen muy bien descritos en los cinco tomos de Los instrumentos de la música afrocubana de Fernando Ortiz. Próximas a los tambores quisimos colocar partituras originales y música de creadores que revolucionaron la composición sinfónica en Cuba: Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Leo Brouwer y Carlos Fariñas. En su libro sobre García Caturla, José Antonio Gutiérrez Pérez cita a este gran artista:
El factor negro es una realidad efectiva en nuestro medio y se ha impuesto no caprichosamente, sino por la fuerte raigambre, por la potente veta rítmica que ha traído originariamente, que lo han hecho irse infiltrando en las producciones y dominándolas con sus giros: de allí que la rumba constituya hoy en día lo típico cubano —tanto en música como en poesía— aunque los timbales y las maracas molesten… Sabido es que Ignacio Cervantes, genial maestro del piano, creó un género de danzas cubanas especial para él solo, del cual ha tomado mucho nuestro también genial Ernesto Lecuona… nosotros deseamos ardientemente la creación de la escuela netamente cubana… La escuela musical cubana surgirá no de seguirse produciendo criollas y boleros más o menos sentimentales y llorones… sino el día en que los compositores, tomando los distintos ingredientes de nuestro mosaico musical, produzcan obras de síntesis, de envergadura y robustez, y entonces holgarán los adjetivos de afrocubano y criollo, para decirse con justeza MÚSICA CUBANA.

Por Jorge Antonio Fernández, Director del Museo Nacional de Bellas Artes.

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