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La Victoria: De Servando Cabrera Moreno

Título: 
La Victoria: De Servando Cabrera Moreno
Fecha: 
2021

Servando Cabrera Moreno, uno de los artistas más notables que ha dado Cuba en todos los tiempos, nació el 28 de mayo de 1923 y murió el 20 de septiembre de 1981, víctima de su segundo infarto cardiaco.

Asumió la pintura como pasión incontenible, como el medio ideal de representar su entorno en distintos momentos de su vida. A él debemos importantes retratos realizados en tiempos de la República, así como imágenes de los carboneros del Mégano, de los héroes de la Sierra Maestra, de los sucesos dramáticos de los sesenta, de los milicianos del llano, de los vigorosos campesinos, de las parejas, del cuerpo humano enlazados en el momento del goce, del amor y también de las bellas mujeres. Un universo tan amplio es difícil de ser visibilizado de una vez y es por eso que en ocasión del 98 aniversario de su natalicio, les presentamos algunas notas relacionadas con Victoria,1 una de sus pinturas antológicas.

Los antecedentes más cercanos de este lienzo monumental se encuentran en el año 1965, cuando el artista decide viajar a Europa. Imaginada como una etapa feliz para Servando Cabrera Moreno, algo tremendo e inexplicable ocurre en su vida personal, cuando ese año la dirección de la Escuela Nacional de Arte (ENA) lo desvinculó de la actividad docente, a cuenta de lamentables prejuicios contra la homosexualidad, entonces predominantes en el entorno nacional y que, en cierta medida, puso en crisis la relación de connotados intelectuales con la Institución Arte. En medio de un clima de ambigüedad y pesar, bañado de congratulaciones por una obra que ya era inmensa, querido por sus alumnos y colegas, el autor de Milicias campesinas no se deja vencer y opta por retroalimentarse durante un tiempo fuera de Cuba.

Pesaba en su interés el hecho de que le inquietaba la idea de detenerse ante los éxitos conquistados durante los primeros años de la Revolución, lo cual a veces ayuda, pero también daña. Él evitaba caer en la reiteración de temas y soluciones estéticas, como sabemos que ha sucedido a otros talentosos creadores. Así que necesitaba interactuar con experiencias creativas diferentes, corroborar cómo se movía el “Estado del Arte” en el Viejo Continente, buscar nuevas inspiraciones, explorar otros ambientes. También estaba convencido de que había llegado el instante en que los creadores tienen el deber de alentar y adelantar los procesos históricos, aunque eso lo conduzca a asumir una posición desafiante, desde la provocación en sus temas.2

En París visita la exposición de pintura norteamericana que se presentaba en la Galería Knoedlery, es entonces que entra en contacto con la obra de Willen De Kooning y recibe la impronta de Francis Bacon y Antonio Saura. A su regreso a La Habana, ya está poseído por ideas renovadoras; pinta fervorosamente, dando lugar a su estilo expresionista, del que salen las series temáticas Columnas humanas, Vecinos, Cuerpos y Besos. El artista entiende, sin temores, la trascendencia del cuerpo humano y desde esa convicción, emerge el gusto por la deformación grotesca y el deseo apasionado de distinguir algo tan propio y natural como el cuerpo en que habitamos. Particularmente, gustó de los torsos, sin importarle cuánto lo transformaría o el simbolismo que encerará en sus lienzos.

Es así como Galería de La Habana presenta la exposición Cabrera Moreno. Pinturas y dibujos, 1966.3En sus paredes se desplegaron 18 pinturas y 8 dibujos, entre los cuales se encuentran los óleos: Homenaje, La estrella, Beso 1, 2, 3 y 9, Los vecinos, Retrato imaginario, Buena-Vista, María-Nao, Columna Humana 1, 2, 3 y 6, La Entrada, Ánima sola, Imágenes y Victoria. Los dibujos son: Beso A, B y C; Vecino A, B y C, así como Cuerpo A y B. El público se siente frente a la más reciente mutación de Servando, percibida desde singular poética, cuando transita de su ciclo épico, de lenguaje figurativo hacia el expresionismo grotesco. Sobre ese instante, Gerardo Mosquera apunta:

(…) Si sus BESOS y sus parejas en cúpulas pueden ser vistos como abstracciones, como imágenes trascendentales de la pasión y del amor físico mismos; si en sus obras de 1966 vemos, al decir de Antonio Saura, “cuerpos desnudos como montañas, como si la naturaleza fuese concebida como un cuerpo gigante, maternal y abierto, cuerpos como columnas cósmicas sin final, grandes cuerpos geológicos acostados”, ocurre sin embargo que las formas de estos cuerpos no son canónicas ni impersonales, sus anatomías están particularizadas, sugieren individualidades, son el amor o la naturaleza, pero también a este hombre o aquella mujer.4

De modo que Victoria se inscribe como parte sustancial de un discurso inédito, de marcado carácter autorreferencial. Es el símbolo de una actitud de rebeldía ante la miopía intelectual, es la liberación del pensamiento, de la pasión contenida y no bien entendida; es el emblema de irreverencia ante la incomprensión de lo natural, resuelta con los recursos del expresionismo grotesco. Es este lienzo una alegoría, una obra capital dentro de la estética de Cabrera Moreno. En la composición prevalece el dominio técnico depurado, el adecuado uso de valores plásticos y la pericia en el manejo de los recursos expresivos.5 El artista sabe plasmar sus intenciones mediante juegos de colores, con prevalencia de azules en diferentes tonos o degradaciones, contorneados a veces por manchas de blanco y salpicaduras de rojo, que aportan al ritmo y la armonía. Las líneas dan énfasis a volumétricos y desnudos torsos, en sensuales movimientos, estableciendo un correlato con el sostenido interés de este autor por aportar al estudio antropológico del cubano.

Desde el punto de vista conceptual, pudiera el crítico de arte sumergirse en la prosa improductiva, tratando de explicarse los significados de Victoria. No obstante, una vez que se estudia el intenso itinerario artístico de Servando, de sus circunstancias, que se reconocen y se establecen empatías necesarias con el entorno en que esta obra fue pintada; se comprende que Victoria es un título simbólico, es la síntesis de la misión liberadora del artista. Servando se ha presentado descubierto, se ha desprendido de ataduras y prejuicios, se ha priorizado a sí mismo, se ha mirado por dentro, se ha encontrado en muchos otros y ha pintado su mejor obra; esa que redime las emociones, desde un discurso de alto lirismo y poesía.6

Victoria, junto a Molote, se interpreta como el preludio de un ciclo más intenso y trasgresor del artista, que se iniciará en 1967, cuando este sufre su primer infarto cardiaco. Prescripciones médicas le impiden pintar, trabajar con sus lienzos monumentales durante la etapa requerida para la recuperación. Entonces él toma consciencia de la condición efímera y vulnerable de la vida, agradece el privilegio de su existencia, de haberse salvado y jerarquiza el dibujo. Se detiene, con mayor énfasis en el trabajo con torsos y las columnas humanas, dando lugar a las atrevidas interpretaciones del sexo y de los genitales, que se prolongaron hasta el final de sus días y que hoy reconocemos en su extenso legado.

Victoria es sin dudas una obra emblemática dentro del repertorio de temas y ciclos de Servando Cabrera Moreno, que ilustra su dimensión universal. Por encima de todo, aún estamos obligados a inclinarnos ante su valentía, a reconocer el aporte y la vigencia de su incursión en el tema erótico. Dos años nos separan de su centenario y su historia conmovedora y su obra de infinito valor lo siguen reafirmado como una individualidad en la plástica cubana: Siempre se le ha de reconocer como alguien capaz de revelarse cuando fue preciso, como quien no hizo concesiones y quien aún sigue palpitando en la obra de varias generaciones de artistas, que encuentran en él a un paradigma inextinguible.

1Victoria, 1966. Óleo/ tela; 274 x 175. 5 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes.

2Ver: “Del premio y su obra habla Servando” en: Granma, 16 de julio de 1969, p.5.

3Antonio Saura escribe el texto para la exposición.

4Gerardo Mosquera. Palabras para la exposición Servando Cabrera Moreno. Pequeño Salón. Museo Oscar María de Rojas. Cárdenas. Desde julio 23, 1988, s.p. (Catálogo).

5Tal es así, que dos años más tarde obtuvo la primera mención en el VIII Premio Internacional de Dibujo Joan Miró, en Barcelona, España.

6Por su relevancia, Victoria fue considerada para la exposición Servando Cabrera Moreno, 1923-1981, inaugurada en el Museo Nacional de Bellas Artes el 27 de mayo de 1983, en homenaje al 60 aniversario de su natalicio y que contó con la curaduría de Ramón Vázquez y Roberto Cobas.

 

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Victoria, 1966. Óleo/ tela; 274 x 175. 5 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes.