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Llegó el comandante y…

Título: 
Llegó el comandante y…
Fecha: 
2021

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Al observar las fotografías tomadas en el desfile por la Reforma Agraria en 1959, con la inmensa multitud de sombreros de yarey y el desbordante ímpetu en los rostros campesinos (...) se comprende el incalculable valor de esas instantáneas. Comunicar una revolución inédita necesitaba imágenes inéditas.
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El borrón y cuenta nueva en la distribución de la tierra que trajo la Reforma Agraria y los procesos de nacionalización y expropiación de centrales, cambió radicalmente a Cuba y a su azúcar. Toda la industria azucarera pasó a manos de la nación al concluir 1960. Este acto de soberanía política y agroindustrial fue la respuesta del joven gobierno a la cancelación de la cuota azucarera comprada por Estados Unidos regularmente en la Isla, que perdió de inmediato su mayor mercado.
Y si hay un fenómeno en que se puede resumir la comunicación visual de tema azucarero en Cuba es en la cartelística provocada por las zafras de la Revolución (...) Se diseñaron carteles de toda clase, desde los que indicaban didácticamente los pasos por seguir en el corte de caña y las advertencias concretas sobre el rendimiento («cañas largas, atoro en el basculador»), hasta los de intelectualismo visual y sobriedad informativa. A veces con textos, a veces sin palabras, onomatopéyicos, con símbolos conocidos o pensados para vallas, inundaron la Isla con riqueza y profusión desbordantes. Y la gente los seguía, los esperaba. Cada cartel competía con el anterior y el diseño avanzaba a ritmo de mocha, como la zafra.
El diseñador Olivio Martínez (1941) realizó una vibrante serie de bocetos dedicados a celebrar la obtención de cada nuevo millón de arrobas de azúcar en 1970 para el formato urbano de valla. Existe, por fortuna, la adaptación a soporte de papel, gracias a una tirada serigráfica posterior, que se exhibe en toda su plenitud cromática y su diseño de trazos angulosos en la muestra. La serie fue perfilada hasta los millones nueve y diez, aunque estos no llegaran a obtenerse.
El diseño gráfico, por su parte, ofreció por esos mismos años verdaderos ejemplos de brillantez periodística. Las ediciones en los años 60 y 70 de las revistas INRA y posteriormente Cuba, dieron lecciones de perfecta armonización entre texto, fotografía y diseño. Ambas publicaciones tuvieron la encomienda de difundir por el mundo los nuevos empeños en que se enfrascaba el joven gobierno, con los inéditos propósitos de la revolución más radical e inesperada del hemisferio occidental. Frente a los embates de los gigantes periodísticos como Life y Paris Match en contra de estos cambios, especialmente ante el giro socialista de los cubanos, INRA y Cuba mostraron lo que podía hacer un pueblo en revolución.
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La fotografía, por su parte, heredera de una importante tradición testimonial y documental que la sociedad en revolución necesitaba, dio innumerables muestras de adhesión a la utopía azucarera. Chinolope (1932), Iván Cañas (1946), Enrique de la Uz (1944-2018), Raúl Corrales (1925-2006), Mario García Joya (1938), Rigoberto Romero (1940-1991), José Alberto Figueroa (1946) y prácticamente todos los fotógrafos del momento, inundaron de imágenes los noticiarios de cine y televisión, la prensa plana, los murales de fábricas y escuelas, y cualquier tipo de muestra promocional o artística.

 

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