Nace Alejandro de Humboldt

Viajero es un término que se puede atribuir a un nutrido abanico de trashumancias e inquietudes humanas. Puede coligar el acto del explorador, la traslación del colonizador, el periplo del historiador, la investigación de campo del geógrafo; pero también, la experiencia estética y educación del criterio que se alcanza con la enseñanza del peregrinaje cultural. Fue usanza de épocas pretéritas que el peregrino registrara sus vivencias, dejando para ignotos y futuros forasteros una visión propia de las naciones visitadas, estudio de costumbres de regiones remotas, e incluso, de rutas ya probadas para la travesía. De Arriano a Marco Polo, de Colón a Las Casas, de las conquistas y evangelizaciones al Grand Tour, viajar es una escuela y la didáctica aprehendida será transmitida en las memorias del viajero.
En el año 1800 llega a Cuba el más ilustre de sus visitantes, el científico alemán Alexander von Humboldt (Berlín, 14 de septiembre de 1769 – 6 de mayo de 1859). Su arribo el 19 de diciembre de 1800, corona año y medio de recorrido por el territorio de Cumaná, donde se había adentrado hasta los márgenes mismos del Amazonas. Considerado como el segundo descubridor de la Isla en palabras de Dn. José de la Luz y Caballero, Humboldt viajó acompañado del francés Aimé Bonpland, siendo hospedados por el Conde de O`Reilly, y agasajados por las más notables familias insulares en sus excursiones rurales. Desde las azoteas del palacete de su anfitrión, determinó Humboldt la longitud exacta de la ciudad y allí, fraguó las notas que luego serían publicadas en 1807 como parte del Voyage aux regions équinoxiales du Nouveau Continent, de su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba. La obra fue dedicada a su hermano en mayo de 1807, en Berlín; pero su primera edición en español sólo se realizó en París en 1827, sucedida por una traducción al inglés, dada la resonancia que alcanzó.
La culta sociedad que lo acoge influye sin dudas en el aprecio especial que le merece a Humboldt esta colonia española y en su retorno en un segundo viaje a Cuba, en 1804. Dejó noticias del aspecto físico de nuestra naturaleza, clima y actividades económicas, de los más ignotos territorios y su comercio. Otro ilustre criollo del siglo, Dn. Domingo del Monte, sentenció que todo habanero le debía rendir feudo de admiración y gratitud por el rico tesoro que reveló para las ciencias naturales insulares.
La notoriedad de este insigne visitante, explica el interés en difundir su imagen años después de su visita a la Isla, mediante la litografía. Esta tarea la emprende con gran éxito el pintor y grabador Juan Francisco Cisneros Guerrero, director de la Academia de San Alejandro desde 1859. La estampa fue impresa en el taller de Martín y Morel, en La Habana y fue exhibida recientemente, en la muestra “Francisco W. Cisneros. Una mirada académica” organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional José Martí y el Ministerio de Cultura de El Salvador, que se presentó en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE) entre mayo y agosto del año 2018, cuando se cumplían 140 años de la muerte del artista salvadoreño radicado hasta su muerte en La Habana.
En su natalicio, recordemos la sentida elocuencia de Humboldt al abandonar las costas de la Isla de Cuba: “Hay algo de imponente en el aspecto de un país que se deja y que se abate poco a poco bajo el horizonte del mar.”

Ficha técnica:

Juan Francisco Cisneros Guerrero (San Salvador, República del
Salvador, 1823 – La Habana, 1878)

Alejandro de Humboldt
litografía sobre papel; 500 x 399 mm