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Pedro de Oraá: inagotable y permanente

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Pedro de Oraá: inagotable y permanente

Ha muerto nuestro Pedro de Oraá. La cultura cubana lamenta este 25 de agosto la desaparición física del destacado pintor, crítico de arte, poeta, narrador y diseñador gráfico; artista íntegro e infatigable hasta el último de sus días. A este maestro de la plástica nacional agradecemos una vida consagrada al arte en su pluralidad, una obra pictórica siempre fiel al discurso abstracto y su valentía para sostenerla transformadora por más de sesenta años.
Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro. En 1957, fundó y dirigió, junto a Loló Soldevilla, la Galería Color-Luz, espacio de visibilización que tributó al fortalecimiento del arte concreto entre la promoción de jóvenes creadores de la época.
Resalta como uno de los protagonistas de la renovación plástica de los años cincuenta en nuestro país al integrar el grupo 10 Pintores Concretos junto a Loló Soldevilla, Salvador Corratgé, Sandú Darié, Luis Martínez Pedro, José Mijares y Rafael Soriano, entre otros. Dicho núcleo, activo entre 1958 y 1961, desarrolló la abstracción geométrica con incursiones en el constructivismo; corrientes artísticas que ponían a Cuba en sintonía con el escenario internacional. Este discurso actualizado se formulaba desde el desapego a la realidad, la interiorizaba para luego reconstruirla a través de formas, color, luz, orden y equilibrio.
Desde entonces, De Oraá nos ha acompañado, su labor ha sido constante y definitoria. Entre 1962 y 1964, dirigió el equipo de diseño de publicidad del Consejo Nacional de Cultura. Es miembro fundador de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos adscrita a la UNESCO. Entre 1969 y 1976, fungió como Primer Secretario de la Sección de Artes Plásticas de la UNEAC y editor del boletín Noticias de Arte.
Colaboró con múltiples publicaciones especializadas, entre las más significativas se encuentran las revistas Orígenes, La Gaceta de Cuba, Unión y Casa de las Américas; así como los rotativos El Mundo, Revolución y su suplemento Lunes de Revolución.
A lo largo de su vida participó en alrededor de un centenar de exposiciones tanto personales como colectivas, algunas de ellas muy importantes en su momento y entre las más recientes rememoro las exhibiciones Zona Franca y Detrás del Muro, incluidas en los programas colaterales de la XII y XIII Bienal de La Habana, respectivamente.
Su obra ha sido merecedora del Premio Nacional de Diseño, otorgado por el Instituto Cubano del Libro, en 2011; el Premio Nacional de Artes Plásticas 2015 como distinción a la obra de toda la vida, sus aportes y proyección tanto nacional como internacional; y el Premio Maestro de Juventudes 2019, concedido por la Asociación Hermanos Saíz para ponderar a altas personalidades, quienes, desde la creación y el magisterio, han defendido el arte comprometido.
La sala transitoria del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes acogió, en el año 2016, la última exposición personal del eminente artista en la institución, con motivo del merecido homenaje que le confiriera el Consejo Nacional de las Artes Plásticas. La muestra Abstractivos aunó obras de reciente factura, provistas de la traslúcida poesía visual que caracterizó la última etapa de su quehacer. Una treintena de óleos y un número significativo de módulos escultóricos mostraron al espectador una creación viva, un artista activo, que exploraba nuevos senderos en cuanto a síntesis, paleta cromática y expresividad.
Además que en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, podemos encontrar piezas de su autoría en numerosas colecciones públicas y privadas de América Latina, Estados Unidos y Europa: el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Centro Pompidou en Francia, la Galería Nacional de Sofía en Bulgaria y los fondos de Lannan Foundation en Santa Fe, Nuevo México.
El futuro sin Pedro de Oraá se vislumbra incierto. Se ha marchado el artista desenfadado que siempre encontró en la abstracción un modo de reinventarse. Se ha marchado el poeta, el hombre, el albacea de vivencias e historias aún por contar sobre los ya lejanos 50. Ahora nos queda conservar su legado, articularlo con el arte nuevo, hacerlo llegar a las nuevas generaciones de artistas. El tiempo se ocupará de redescubrirlo inagotable y permanente.
Yahíma Marina Rodríguez Pupo
Curadora

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