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Pido la palabra a Chago Armada

Título: 
Pido la palabra a Chago Armada
Fecha: 
2021

El 29 de mayo de 1995 murió Santiago (Chago) Armada; el creador de Juan Casquito, Julito 26, Salomón y los dibujos en el periódico Revolución y en El Pitirre. Seguramente muchos lo conozcan por su pieza capital La llave del Golfo, 1967, pintada en el mural colectivo del Salón de Mayo en La Habana, o como infatigable diseñador del periódico Granma por más de un cuarto de siglo. 
Santiago Armada se cuenta entre los más grandes representantes de la plástica cubana de todos los tiempos. Fue un expresionista por convicción, un prolífero dibujante y pintor. Su talento y sus modos de expresión se situaron al nivel de la vanguardia del arte universal, del mismo modo que lo hicieron Antonia Eiriz, Umberto Peña, Raúl Martínez y Servando Cabrera Moreno. Sin embargo, en el caso de este último se deben acotar precisiones, debido a que, en Servando, lo erótico se vuelve lirismo y poesía; mientras que para Chago es el vehículo que le facilita crear tensión y reacción de distanciamiento entre la obra y el espectador, buscando así la actitud reflexiva ante su singular discurso. 
El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana cuenta en su tesauro con un nutrido repertorio de obras de Chago Armada, que cubren diferentes momentos de su extensa producción plástica. Hoy nos detenemos en Pido la palabra, 1968; en ella se explica la vocación experimental y cuestionadora de su poética. En esta cartulina se descodifican valores plásticos, recursos que explican por qué su modo de edificar era a partir de la construcción de un comportamiento irreverente, contrapuesto, que hurgaba hasta el fondo de lo ineficiente, de lo inacabado; ese era su batallar frente a sus lacras: el papeleo, la inercia y la insensibilidad. 
En Pido la palabra, el artista conforma una narración coherente, apoyándose en la personalidad del funcionario mediocre y del individuo seducido por un cargo, con aires de superioridad. Él presenta los atributos psicológicos y la fisonomía clásica de ese tipo humano, con su complexión volumétrica y pronunciado abdomen, desde una lograda composición, dominada por la economía de recursos, las líneas precisas y oportunas; así como las zonas oscuras y las manchas ocres que rellenan el cuerpo. El rostro se vuelve difuso, lo esencial es la caracterización del sujeto, de actuación predecible y despreciable a la vez, que existe en el universo; atribuyendo atemporalidad y espacios infinitos a la creación. 
Para afianzar su poética, el artista juega con la posición de los brazos: de repente parece que el brazo derecho se eleva y la mano descansa en el hombro, aunque también sugestiona estar extendido. Pero lo sorprendente es la ruptura con el discurso lógico, que sucede cuando el representado levanta el brazo izquierdo, solicita la palabra, pero la mano es un falo. Aquí se revela el concepto esencial; entretejiendo una visión clásica con una vulgar e intencionada imagen púdica, en el empeño de acentuar el dilema ético, haciendo tangible el papel transformador y retador del arte. 
Obras como Pido la palabra nos ratifican el aporte conceptual de la poética de Santiago Armada, su fe en el ser humano, sus secretos para construir un legado necesario y de carácter universal. 

Santiago (Chago Armada). Pido la palabra, 1968. Tinta sobre cartulina.
360 X 280 cm. 

 

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Santiago (Chago Armada). Pido la palabra, 1968. Tinta sobre cartulina.  360 X 280 cm.