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Samuel Feijóo: un sol desconocido

Título: 
Samuel Feijóo: un sol desconocido
Fecha: 
2021

La revisión de la obra plástica de Samuel Feijóo, concebida durante cuarenta años de intensa labor (1937-1977), constituye no solo un hecho merecido por la extensión cronológica de su quehacer artístico, sino un acto de esencial justicia histórica al situar, en su lugar preciso, la pintura de uno de los creadores más originales e inquietos del panorama plástico insular del siglo XX.

Es imprescindible reconocer en la pintura realizada por Samuel Feijóo durante el primer lustro de los años cuarenta una afinidad de rasgos que la identifican con ese fenómeno sobresaliente de la época que fue la Escuela de pintura de La Habana. El artista actuó como un electrón libre moviéndose en la órbita de ese movimiento. No importa que no haya participado activamente de sus eventos, o que sus cuadros no fueran conocidos en aquel entonces. Hoy, frente a ellos, reconocemos que estamos ante la presencia de un pintor cuya mirada artística singular resulta afín a los postulados estéticos del modernismo insular. Algunos de sus cuadros más significativos de este período representan escenas íntimas, de abigarrada composición y rico colorido, en los cuales las formas se entrelazan y crean una exuberante ornamentación, en sintonía con la obra de algunos de los artistas más importantes del momento. De esta manera, se originan interesantes asociaciones, por ejemplo, entre las figuras femeninas que concibe Portocarrero en sus Interiores del Cerro con Mujer en un interior o Señora con flor, de Feijóo, realizadas hacia la misma época. O entre los Festines de Portocarrero de 1943 y La cena de Feijóo de 1944.

Cualquiera de estas obras de Feijóo pudieron estar presentes, por derecho propio, en la exposición Modern Cuban Painters, realizada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, 1944. Desafortunadamente, la personalidad evasiva de Feijóo no propició el conocimiento por parte del público y la crítica de aquellas maravillosas pinturas e impidieron que pudieran ser tomadas en cuenta por los organizadores de la muestra.

Paralelamente a estas obras próximas al espíritu de los artistas vinculados a la revista Orígenes y a los proyectos editoriales de José Lezama Lima, Feijóo abordó el paisaje, en el cual encontró, sin dudas, uno de sus grandes temas de inspiración. Y así aparecieron en fecha temprana obras notables como Mujeres en el paisaje (1941) y Paisaje en San Vicente (1942), en las que emerge, por primera vez en su creación pictórica, el amor a la naturaleza, que definiría en buena medida su pintura posterior. Tal como afirmara en hermosa prosa el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar:

Pocos de nuestros pintores han visto como Feijóo la naturaleza criolla, a la vez suave y fuerte: tendida, femenina, y afanosa y enlaberintada como un hombre. El homenaje constante y agradecido que una y otra vez le rinde Feijóo en su pintura, hace que el paisaje reclame para sí cuanto hace su mano.

En los alboresdel segundo lustro de los años cuarenta, su pinturaadquirió una personalidad sorprendente, orientándose hacia lo vernáculoa lo cual le insufla una vigorosa dosis de humor criollo. Así surgieron obras paradigmáticas como El rey azul (1944) y El Polifemo cubano (1948), en las cuales encontramos una definición más precisa de las búsquedas estéticas de Feijóo en el ámbito de la plástica orientada hacialo genuinamente popular, loque cristalizó una poética de indiscutible originalidad que distinguirá su obra en lo adelante.

La orientación fundamental de la pintura cubana en los años cincuenta es hacia la abstracción, en plena sintonía con las corrientes internacionales de boga. En el contexto de este espíritu renovador de la plástica de la época, la pintura de Feijóo se afincó en los mitos autóctonos, fundamentalmente los del campo cubano y así surgieron algunas de sus obras más importantes. Citaremos tres que consideramos esenciales como aportes al discurso artístico de estos años: La dama oriental,El mito del conejo y La cena del guajiro. Las tres se caracterizan por un dibujo inquieto, de exquisita elegancia, que combina con un uso delicado del color, a través del cual obtiene delicadas transparencias. Estas obras dieron continuidad a una poética que adquiriría sus plenos y definitivos valores en las décadas siguientes.

En los años sesenta y setenta, Feijóo continuó desarrollando su propia obra pictórica, aunque una parte sustancial de su tiempo lo dedicó a los proyectos editoriales de las revistas Islas y Signos, las investigaciones de nuestro folklore, asícomo la organización y proyección del movimiento de artistas populares de Las Villas. Fue tanta su entrega a este último proyecto que algunos despistados confundieron la propia obra plástica de Feijóo con la del movimiento de artistas que él ayudó a formar. Es importante resaltar que su pintura, aunsiendo de origen autodidacta, oscila entre la inteligente integración de lo culto y lo popular. Por tal motivo, no se le debe confundir en absoluto con un artista naif.

Es significativo destacar como en los años sesenta las búsquedas estéticas de Feijóo coincidieron con las investigaciones plásticas llevadas a cabo paralelamente porel artista francés Jean Dubuffet, creador delArt Brut. De esas experimentaciones, se derivó su aporte fundamental al fecundo caudal del arte cubano de este período. Y en una época de enfoque tan restrictivo como los años setenta el expresionismo sui generis de Feijóo se insertó en sus dibujos y pinturas junto a un grafismo espontáneo y liberador, ya sea como expresión lírica (El hombre es del suelo, 1975;Esta noche baila aquí Alicia Alonso para los niños, los bobos y los soñadores. Danza, 1977) o escatológica (Karekulo nomber tu o El yanquimojón, ambos de 1977)

Estas palabras constituyen tan solo una primera mirada al conjunto de la obra plástica de Samuel Feijóo. Es un absurdo cualquier pretensión de develar todos los secretos encerrados en tantos años de creación. Este es tan solo un punto de partida para profundizar en el misterio de su obra pictórica. Es como perseguir el pájaro de la quimera, esa “capacidad de iluminación” que Samuel Feijóo creyó vislumbrar en todo aquel ser humano que crea y ama.

Fernández Retamar, Roberto. “Samuel Feijóo: pintor a la intemperie”. Ariel (Cienfuegos) Año VII, No. 1, Cuarta época, 2004, p. 29.

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