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Edoardo Tofano (Nápoles 1838 - Roma 1920)
El 31 de agosto de 1838 nació en Nápoles Edoardo Tofano. Formó parte de una urdimbre de artistas italianos que desde diversas maneras de indagar en su contemporaneidad, y alineados bajo el color y la vitalidad estilísticos del español Mariano Fortuny, inundaron la escena artística, las colecciones privadas y, más tarde, los museos. La elegancia del Ottocento, el glamour de los salones de fiestas, las lides hípicas y las celebraciones en contexto campestre, fueron algunos de los escenarios donde se daba rienda suelta a una alegría, una intensidad del vivir y del pintar, que muchos autores consideran, no se volvió a repetir en Italia de manera tan extendida. Los géneros y temas tradicionales perviven, como es el caso de la pintura religiosa, si bien aparecen tamizados por la gestualidad intensa del trazo pictórico, deviniendo más ejercicio plástico que iconográfico o han perdido el pathos procedente del fervor propiamente devocional. Se fortalece la retratística y nuevos sentidos y emociones son relatados desde este género histórico. Se intenta captar lo inmaterial, lo efímero, el movimiento, lo evanescente. La manera en que plasman la luz y las pinceladas cada vez más sumarias exige que el espectador guarde cierta distancia para poder apreciar adecuadamente los volúmenes, la composición, la escena. No existe el detalle convencionalmente hablando; la mancha nerviosa y vibrante es quien construye, junto al ojo.
Si bien ya existía la fotografía, la pintura sigue siendo fuente de encumbramiento y a ella se recurre para dejar memoria tanto de la intensidad como de un intimismo de nuevo tipo con que asciende la burguesía, ansiosa por sugerir y denotar su estatus económico. Se retoma poéticamente la mirada al pasado pompeyano, se articulan detalles orientalistas, se evoca la Magna Grecia, por lo que, eventualmente, puede aflorar el pastiche que resulta, –a la altura de estos artistas–, bien resuelto, gracias a la fortaleza del ‘saber hacer’ italiano, así como, a los poderosos referentes histórico-artísticos que engranan su tradición.
Tofano fue pintor de historia, si bien se dedicó especialmente al retrato y a la pintura de género. Estudió en la Academia Albertina de Turín, graduándose de la Academia Clementina de Boloña. Se encuentra documentada su labor como instructor en el Instituto de Arte de Nápoles, con solo 23 años. Entre sus referentes más notables se encuentran el realismo de Domenico Morelli y el preciosismo del ya mencionado Fortuny. Como muchos pintores de su generación, obtuvo gran éxito en Londres y en París, dos centros artísticos de gran efervescencia, así también, dos fuertes enclaves de la burguesía y del coleccionismo, actividad gestora de pedigrí para esta clase social, anclada al valor y al significado de la posesión. Ejemplo de ello fue el mecenazgo recibido de Goupil Gallery, en la Ciudad Luz. Los últimos años de vida de este pintor napolitano transcurrieron en Roma. Cabe anotar que algunas fuentes bibliográficas plantean el apellido con una ortografía esdrújula.
El Museo Nacional de Bellas Artes colecciona, y expone en la Sala Permanente de Arte Italiano, la obra autógrafa de Edoardo Tofano, Mujer con sombrilla. La protagonista de este cuadro resulta muy similar a la representada en varias de sus pinturas, particularmente apreciable en obras como: Retrato de mujer joven de perfil, acuarela y pastel sobre papel, perteneciente a la Abadía y Museo Nacional de San Martino, y también el Retrato de mujer, óleo sobre tela, del Museo de Capodimonte. Pero acaso, esta hermosa modelo deba compartir protagonismo con la captación de la luz. Esos segundos fugaces en que la luz traspasa la sombrilla orientalizante, entre cuyos nervios fluye la atmósfera y se estampa la primavera. El pintor plenairista ha debido trabajar rápido y grabar en su mente los tonos, la armonía de colores que apenas formados en su retina, desaparecen, por el inevitable movimiento de las nubes o la cercanía de la lluvia. La gentil donna se deja captar y con ella, se eterniza la desbordante búsqueda de la Belleza que definió a su contemporaneidad.