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Amelia Peláez del Casal, Naturaleza muerta con pitahaya, 1942
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A partir de las sobrias estructuras de los “bodegones criollos” Amelia Peláez comienza a incorporar a su pintura formas tomadas de las artes decorativas y del ambiente criollos del siglo XIX: los diseños de los pisos, las vidrieras de diseños geométricos y colores brillantes, las tallas de madera de muebles y mamparas, el mimbre, las rejas de hierro, los balaústres, las columnas, vestigios del pasado traducidos paulatinamente a un lenguaje plástico moderno. Naturaleza muerta con pitahaya es una de las
primeras obras en las que la pintora despliega toda su morfología personal. Elementos representativos que, a la par que evocan un ambiente doméstico sublimado y fuera del tiempo, son líneas y colores que pueden emanciparse de toda servidumbre representativa, en un impulso hacia la abstracción. Con el completamiento de su repertorio Amelia establece su poética y crea un sistema de coordenadas formales que, lejos de convertirse en una limitante para el despliegue de su invención, propicia
uno de los desarrollos más deslumbrantes del modernismo cubano. (R.V.D.)
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