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Nelson Domínguez, Ofertorio, 1990
Con su exigente ejercicio creativo, Nelson Domínguez ha evitado el estancamiento y su obra alcanza nueva intensidad cuando tienen lugar las aperturas renovadoras de finales de los años 70. Sus aproxi- maciones y búsquedas se expanden y su repertorio se amplía hacia 1981. Se nutre de las esencias identitarias, de la interpretación de los mitos y de su imaginario para abordar lo híbrido de nuestra tradición cultural, en una dialéctica de lo nacional y lo universal que le propicia un lenguaje más suelto y espontáneo. Confiere especial importancia a la improvisación, tanto en su diversidad temática como en la interrela-
ción de técnicas.
De su marcado interés por la experimentación da fe Ofertorio, con el uso del polvo negro de caucho para reforzar el dramatismo y la fuerza expresiva de la imagen a través del contraste con el color rojo. Utiliza una depurada técnica que converge con la elegancia. Conforma una atmósfera visual propia de las texturas matéricas y táctiles, las cua- les aportan sugerencias dentro de su original y metafórico lenguaje expresivo. Esta pericia artesanal le vale para resaltar la visualidad de su imaginería en un acto de fuerte nivel comunicativo. Le caracterizan la coherencia de esa simbiosis lograda por la fusión de la abstracción matérica y la gestualidad gráfica, donde convergen sus preocupaciones expresivas, en las que confiere especial importancia a la improvisación. Sus aproximaciones en el plano de la reflexión artístico-conceptual se nutren de las esencias identitarias a partir de la acción de la memoria, de la interpretación de los mitos y del imaginario real-irreal del creador desde la hibridez de nuestra tradición cultural. (H.M.M.)
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