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Sandu Darie: un universo en expansión

Título: 
Sandu Darie: un universo en expansión
Fecha: 
2021

El 6 de abril de 1908 nació en Roman, Rumanía, una de las personalidades más singulares e influyentes de las artes plásticas en la segunda mitad del siglo XX en Cuba. Sandu Darie Laver se estableció en la Isla en 1941, seducido por el exotismo de la naturaleza y la luz tropical. En 1942, inició sus primeras incursiones en la pintura, teniendo como precedentes su desenvolvimiento en el campo del humor gráfico y la caricatura personal, ejercidas fundamentalmente en Francia y Rumanía.

A finales de la década del cuarenta, luego de un breve tránsito por el abstraccionismo lírico, emprendió su inmersión en el universo de la geometría, vertiente en la que sumaría sustanciosos aportes en el orden conceptual, contribuyendo significativamente a su desarrollo en Cuba. La muestra personal Estructuras pictóricas 1950, exhibida en el Lyceum de La Habana del 9 al 20 de octubre, causó un gran impacto en el medio artístico por la novedad de sus presupuestos. En el número 4 de la revista argentina Arte Madí, impreso en el mismo año, Sandu socializaba sus principales hipótesis de trabajo encaminadas a la autonomía del objeto pictórico, productor de nuevas realidades.

Sus búsquedas de la esencia del arte en fecha tan temprana ponían, en la mira, la liberación de la obra del formato tradicional; en tanto, esta se prolongaba al infinito por medio de elementos agregados: líneas rectas horizontales y verticales que se relacionaban perpendicularmente en el espacio. A su juicio:

La visión de estas estructuras, evoca una belleza de ritmo arquitectónico, correspondiendo a la voluntad formal de la época, imponiendo la armonía directa de la poesía pura, como manifestación espiritual y constructiva.[1]

Sus reflexiones estéticas en torno al espacio, el color, la luz y el movimiento encontraron legitimidad en los postulados del movimiento MADÍ, una de las más atrevidas y desenfadadas vanguardias latinoamericanas. Sostenidos intercambios epistolares con Gyula Kosice, escultor y teórico líder del madismo argentino, conllevaron a su colaboración en su órgano promotor y a su sistemática filiación al grupo en exposiciones internacionales. En “Pensamiento madista”, artículo publicado en la mencionada revista en su número 5 de octubre de 1951, Sandu reconocía las contribuciones de esta tendencia en pos de elevar el acto de la creación liberada al más alto escaño de la vida espiritual. La búsqueda de la belleza en el arte concreto estaba supeditada a las relaciones matemáticas y la reducción de los elementos formales a su mínima expresión, teniendo como base el intelecto.

En la década del cincuenta, Darie figura, junto a Luis Martínez Pedro y Mario Carreño, entre los precursores de la abstracción geométrica en nuestro país. Su obra trascendió por su capacidad renovadora, en constante evolución hacia nuevas elaboraciones en el orden de lo netamente racional. Su pieza Multivisión Espacial (1955) comparece en la Sala Permanente de artes plásticas del Palacio de Bellas Artes desde el mismo año de su ejecución. Se trata de una obra de notoria madurez, asentada con firmeza en el equilibrio composicional y cromático. Las relaciones que establece entre círculos, cuadrados y rectángulos se alejan del estatismo y la descripción para deleitarnos en la singular poesía que cohabita en las nuevas formas, sustancias de la representación artística.

Su desapego al formalismo convencional evoluciona con precisión en exponentes como Estructura transformable (ca. 1956), constituida exclusivamente por un ensamblaje de varillas de madera pintada de dimensiones variables, que el espectador tiene la facultad de transformar. Sus obras accionables expanden los horizontes de comunicación con el público, focalizando el centro de su interés; paso para nada azaroso en un creador de avanzada inserto en la dinámica de la tendencias internacionales en boga.

Sandu Darie se sitúa en la historia del arte nacional como precursor indiscutible en el campo del cinetismo. En su obra esta vertiente alcanza plena madurez con la presentación de Cosmorama en el Museo de Bellas Artes, en 1966. La integración de la luz y el sonido en su electro-pintura en movimiento abría un nuevo espectro de posibilidades creativas, ahora encaminadas a la exploración de los vínculos entre el arte y la ciencia, y el rol que asumía el espectador en su entendimiento.

Sus instalaciones públicas en ambientes arquitectónicos y urbanos, emplazadas a partir de la década del setenta, englobaron el cinetismo y la geometría como sustentos. El arte trascendía de una vez el espacio de la galería para habitar en la cotidianidad del transeúnte, nivel superior en la reafirmación de la supremacía del arte y su proyección social. Entre sus principales ejecuciones se encuentran El árbol rojo instalada en la entrada principal del Palacio Central de Pioneros Ernesto Che Guevara, en el Parque Lenin de La Habana (1981), los murales El día y La noche constituidos de 35 metros de acero inoxidable, situados en el vestíbulo del Hospital Hermanos Ameijeiras (1982) y Columna de la vida, escultura de metal y acrílico de 2,5 metros ubicada en el Instituto de Ingeniería Genética y Biotecnología (1986).

La abarcadora y prolífica obra de Sandu Darie debe ser entendida en su espíritu revolucionario, como una ventana siempre abierta a la innovación y la transgresión. A inicios de los cincuenta constituyó una fuerza impulsora de la abstracción geométrica, que desencadenaría, culminando la década, en el grupo Diez Pintores Concretos, en el que imprimiría su sello de inconfundible originalidad. En los años venideros se proyectó al mundo como un cubano más, movido por el afán de sintonizar el arte nacional con los cuestionamientos estéticos de su época. Su legado artístico multifacético amerita nuevas miradas y valorizaciones por la magnitud de sus aportaciones. A 113 años de su natalicio el universo creado por Sandu Darie aún está en expansión.

 

[1] Sandu Darie. En revista Arte Madí, No. 4, octubre 1950. Consultada en Arte Madí. Edición facsimilar, Biblioteca Nacional, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2014, pp. 109.

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Sandu Darie Laver (Roman, Rumanía, 1908 – La Habana, Cuba, 1991)  Sin título, 1948 óleo sobre tela y varillas de madera 40,5 x 104 cm