Sobre "La ola del tiempo. Exposición homenaje por el centenario de Guy Pérez-Cisneros"

En la Historia del arte cubano destacan algunas figuras por la encomiable labor que desarrollaron para la promoción de los creadores nacionales. Uno de los ejemplos más descollantes de lo antes dicho es, sin lugar a dudas, el preclaro crítico de arte y brillante diplomático Guy Pérez-Cisneros. Cuando, en el 2015, se cumplieron cien años de su natalicio; el Museo Nacional de Bellas Artes inauguró una muestra con la cual se le rendía homenaje.

Esta exposición estuvo abierta al público entre el 20 de febrero y abril, en el Edificio de Arte Cubano del Museo, y contó con la curaduría de Roberto A. Cobas Amate. El catálogo de la misma es uno de los valiosos documentos que se pueden consultar en el Centro de Información “Antonio Rodríguez Morey”. En este ejemplar aparecen relacionadas 52 obras entre pinturas, esculturas, dibujos y caricaturas, las cuales fueron producidas en las décadas del veinte, el treinta y el cuarenta del pasado siglo. Por lo tanto, corresponden a las colecciones de Surgimiento y Consolidación del Arte Moderno en Cuba. En estas piezas están algunas correspondientes a la selección original realizada por Pérez-Cisneros para el Salón Cubano. El resto de las obras, como se señala en una nota aclaratoria, fueron escogidas en correspondencia con el discurso estético de Guy Pérez-Cisneros.

Además, el volumen recoge varios textos de gran valor para conocer más sobre este importante crítico de arte: el primero fue escrito por el hijo del homenajeado, Pablo Pérez-Cisneros; el segundo salió de la pluma de la reconocida intelectual Graziella Pogolotti y se titula “Para refundar la crítica”; el tercero, “La ola del tiempo: marejadas y reflujos de la escuela de La Habana en la óptica de Guy Pérez-Cisneros”, es de la autoría del curador de la muestra; y el último, con el nombre de “Breves apuntes biográficos”, presenta un pormenorizado resumen de la vida y obra de Guy y estuvo a cargo de Beatriz Gago.

En su escrito, el hijo de Guy Pérez-Cisneros agradece a todas las personas que ayudaron a que se realizara ese tributo para su padre en su centenario. Asimismo, pondera el apoyo y divulgación del arte moderno en Cuba ejercido por Guy. Para demostrar esto, Pablo hace referencia a los importantes ensayos y artículos redactados por su padre, los cuales aparecieron en diferentes publicaciones seriadas. Remarca que Guy no solo fue crítico, sino un ferviente defensor del arte cubano de su tiempo.

Por otra parte, Graziella Pogolotti reconoce su encomiable labor y declara que él fue capaz de desdoblarse en el papel de lo que actualmente llamamos curador. La prestigiosa intelectual también escribió sobre las relevantes reseñas para revistas y periódicos salidas de la inspiración de Guy Pérez-Cisneros, quien delineó el concepto de Escuela de La Habana de pintura y escultura. Pogolotti cataloga a Guy como “un misionero apasionado, comprometido a fondo con el arte que se gestaba en su  momento”. Para concluir señalando: “(…) Cumplidos cien años de su nacimiento, necesitamos rescatar de manera integral el perfil de Guy Pérez-Cisneros”.

También resulta revelador el ensayo de Roberto Cobas, en el cual el curador nos hace partícipes de la evolución en las visiones de Guy en el desarrollo de la historia del arte cubano: “(…) Quien calificó erróneamente el arte cubano de su época como extensión de la Escuela de París, fue creciendo como pensador paralelamente al ascenso cada vez más pujante de la pintura moderna de la Isla (…)”. El curador, además, señala que el papel de organizador de exposiciones, en los grandes proyectos de Domingo Ravenet, propició que Pérez-Cisneros alcanzara la madurez en su ejercicio como crítico de arte. Pone ejemplos de lo antes señalado cuando recuerda que, en la muestra 300 años de arte en Cuba, Guy incluyó en “la rigurosa selección” a artistas de la primera promoción de modernistas cubanos.