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Una arrancada histórica, 68 abriles del nacimiento de Los Once

Título: 
Una arrancada histórica, 68 abriles del nacimiento de Los Once
Fecha: 
2021

Es la eterna y apasionada lucha, la que este grupo de pintores y escultores jóvenes ha tomado para sí, la de encontrarle sentido al mundo, a la vida, al espíritu, y sobre todo expresarse con la libertad que sólo el arte ofrece, felizmente lejos de toda representación naturalista, lo que les permite ser y estar en su tiempo y en el futuro.

Con estas lúcidas palabras, Joaquín Texidor presentaba en su catálogo la ya antológica muestra Once Pintores y Escultores que tuvo lugar en La Rampa, Centro Comercial - Infanta y 23, del 18 al 28 de abril de 1953. En su prólogo el acucioso crítico acuñó el nombre con el que trascendería un colectivo de artistas insurgentes, antiacadémicos, alentados por una sensibilidad nueva, conforme a las convulsiones de su tiempo.

El grupo Los Once tuvo como integrantes fundacionales a los pintores Guido Llinás, Hugo Consuegra, FayadJamís, Antonio Vidal, René Ávila, José Ignacio Bermúdez y Viredo Espinosa, junto a los escultores Agustín Cárdenas, Tomás Oliva, Francisco Antigua y José Antonio Díaz Peláez; expositores todos en el escenario de La Rampa. Este encuentro, muy lejos de ser azaroso, tuvo importantes precedentes en combinaciones numéricas variables. Salvador Corratgé sitúa la génesis de este fenómeno en una circunstancia muy particular:

El grupo de pintura abstracta que acabó en la denominación de Los Once (porque fueron los que se quedaron) comenzó con un proyecto que se gestó con Joaquín Texidor y Roberto Diago; este iba a llamarse los 23 y medio, pues éramos 23 pintores y el medio sería Texidor, crítico de arte que nos había aglutinado, él iba a hacer el lanzamiento y la promoción. (…) Como siempre que se trata de grupos grandes, surgen divergencias, en este caso no estéticas pues éramos abstractos.

En el propio 1953, los artistas reunidos en La Rampa se dieron cita en importantes eventos del circuito expositivo. En el mes de enero, con excepción de Tomás Oliva, integraron la nómina del VI Salón Nacional de Pintura y Escultura en los Salones del Capitolio Nacional. En un marco más estrecho, del 16 al 26 febrero, protagonizaron la muestra 15 pintores y escultores jóvenes en la sede de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, exhibiendo junto a Salvador Corratgé, Julio Matilla, Zilia Sánchez y Manuel Vidal. En el mes de abril figura como antesala inmediata la exposición de dibujos en la galería de Matanzas, donde se sumó la presencia de dibujante Manuel Vidal.

Los Once devienen un fenómeno sin precedentes hasta ese momento en la historia del arte nacional. Por primera vez, un grupo de creadores se identificaron como colectivo, experiencia que había cobrado notable fuerza en el contexto artístico latinoamericano. Si bien no se ampararon en un manifiesto, como rasgos comunes sostenían su adherencia a la no figuración –con predilección por el informalismo–, su rechazo a los estáticos cánones académicos, su oposición a la manipulación de la cultura como instrumento político de la dictadura batistiana, y la subversión de los temas y el lenguaje desarrollados por las vanguardias artísticas cubanas desplegadas a partir de la década del veinte. Defendían, en cambio, la creación despojada de cualquier atadura formal y conceptual, traducida en la pintura en brochazos gestuales capaces de exteriorizar la emocionalidad del artista, y en la escultura en la ejecución de volúmenes esenciales con una renovada concepción del espacio. La heterogeneidad de poéticas patentizada por sus miembros corrobora la importancia que concedieron a la libertad del acto creativo.

Su denominación es, sin duda alguna, otra de sus singularidades. En los momentos clave del trayecto de Los Once, el número de expositores fluctuó, salvo en la muestra inicial en la céntrica arteria habanera. Raúl Martínez, incorporado al grupo tras la salida de José Ignacio Bermúdez, se convirtió en uno de los ejes del colectivo con la vital personalidad que otorgó a las composiciones abstractas concebidas en este periodo. Luego de su desintegración formal en 1955, la proyección del grupo subsistió en la derivación conocida como Los Cinco o los quíntuplos, representada por Guido Llinás, Hugo Consuegra, Antonio Vidal, Raúl Martínez y Tomás Oliva.

A 68 abriles de aquella icónica muestra en La Rampa, punto de arrancada del accionar de Los Once, significamos su importancia en el contexto de los cincuenta, como parte de la generación que legara una autentica renovación de las artes plásticas en Cuba al otorgarle supremacía a la abstracción, en sintonía con las formulaciones ideoestéticas prevalecientes a nivel mundial. Las ganancias en cuanto a síntesis, libertad creativa y experimentación con nuevas materias escultóricas, signaron su trascendencia como artistas de vanguardia.

Joaquín Texidor. Palabras al catálogo de la exposición “Once pintores y escultores” La Rampa - Infanta y 23, 18-28 de abril de 1953, s/p.

Entrevista concedida por el artista Salvador Corratgé a Carina Pino-Santos el 20 de enero de 1999. Consultada en Revista Revolución y Cultura, N.1/99, pp. 23-29.

 

 

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