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Antonio Gattorno
ANTONIO GATTORNO (La Habana, 1904-
Ascushnet, Massachusetts, 1980)
Estudia pintura en San Alejandro, donde es discípulo destacado de Romañach a tal punto que –según Rodríguez Morey – “sus trabajos parecían ejecutados por el maestro”. Gana el concursooposición convocado por la academia para la concesión de una pensión de pintura en Europa y en Italia hace copias de los primitivos asentando las bases de su estilo, a la par que comienza a romper con la academia. Visita Madrid, Toledo, Ávila, y permanece un tiempo pintando en Galicia. Finalmente llega a París, donde, impresionado por la pintura de algunos modernos como Rivera, Gris, Modigliani y Picasso, y conmovido por Puvis de Chavannes, quema –según el testimonio de algunas crónicas periodísticas– toda su pintura realizada hasta el momento. En Francia termina de conformarse la peculiar modernidad de Gattorno, afincada en la gran tradición de la pintura clásica.
Regresa a La Habana y se incorpora al movimiento de renovación cultural. Colabora en la Revista de Avance y hace una importante exposición personal en la Asociación de Pintores y Escultores de La Habana, presentada por Alejo Carpentier. En 1927 ofrece un proyecto de mural –que no es aceptado – para el techo del Aula Magna de la Universidad de La Habana, en vías de reforma. Esta y otras iniciativas muestran sus inclinaciones, casi nunca materializadas, por la pintura de dimensiones murales. A la caída de Machado es uno de los firmantes de la carta que un grupo de artistas envían a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes reclamando muros en edificios públicos para realizar pinturas de tema revolucionario. Realiza una exposición personal en la galería Passedoit de Nueva York, la primera en esa ciudad, que motiva la antológica crónica de Pablo de la Torriente Brau “Guajiros en Nueva York”. Decora un salón en las oficinas de Bacardí en el Empire State de Nueva York, con una pintura de 36 pies de largo representando escenas de la vida rural en Cuba. Hacia esta época Gattorno se radica definitivamente en aquella ciudad, en donde puede dedicarse profesionalmente a la pintura. Con exposiciones y viajes esporádicos a La Habana, exhibe regularmente, durante los años 40, en las galerías Passedoit (1944, 1946), y Marquié (1945, 1946) de Nueva York. La exposición en Passedoit en 1944 significó, según el artista, una vuelta de su pintura a sus años de Italia, ahora con un fuerte carácter surrealista y temas de la más dramática actualidad: la guerra europea.