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Ardid para engañar al tiempo
Centenario de la Asociación de pintores y escultores
De la indiferencia al elogio.
Alzarse sobre las brumas de todo un siglo para conmemorar el centenario una propuesta arriesgada. ¿Qué trascendencia tuvo, más allá de ser la plataforma de lanzamiento del arte nuevo en Cuba? Media centuria de una crítica de arte edificada sobre la mirada de las vanguardias y en el más hondo convencimiento de que nuestro arte moderno, falto de un pasado artístico, se gestó a sí mismo sin antecedentes ni tradición donde asentar sus conquistas, han restado importancia a los períodos precedentes.
En las postrimerías del siglo XIX el campo del arte asiste al fin de los estilos y al nacimiento de la polifonía de los ismos. Movimientos paralelos y en ocasiones entremezclados en los paradigmas que proponen, anuncian posturas de raíz antiacadémica y de profunda sensibilidad espiritual y mística que se respiran en el realismo, el decadentismo y el simbolismo. En Cuba, toda una hornada de creadores adscritos a estas estéticas ha quedado sepultada bajo el calificativo de académicos, término transmutado en sinónimo de conservadurismo a ultranza. Como en todas las épocas de cambios, las vías de modernización del arte no siempre optan por rupturas formales o audacias técnicas, fenómeno que se visibilizó a partir de las exposiciones convocadas por la corporación de los artistas y que perfiló los difusos contornos de nuestra plástica en los inicios del siglo xx.
La Asociación de Pintores y Escultores fue quizás, la contribución más relevante de la generación del Cambio de Siglo XIX al XX a modelar y modernizar el campo de la cultura en lo tocante a las artes visuales. Movilizó los agentes implicados en la producción y distribución de la creación artística: educación, exhibición, comercialización, crítica y coleccionismo enlazaron además con el terreno de las ideas sobre el arte involucrados por este proyecto de cultura. Como componente de la institución arte fue pionero como señala Jorge Mañach del movimiento artístico de Cuba y la propuesta superó las expectativas fundacionales convirtiéndose en escenario legitimador por excelencia, dentro del circuito promocional de las artes.
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