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Armando García Menocal, Retrato de Lily Hidalgo, 1893
Menocal aborda el paisaje ampliamente a lo largo de su carrera artística. Sin embargo, a fines de la centuria se le reclama como retratista de moda. En este óleo la hermosa niña tiene como escenario la campiña cubana, representación del agrado tanto de la familia de la retratada como del artista. Ataviada según los patrones epocales con encajes, tiras bordadas y atractivas cintas de tonos pasteles, reposa sobre un tronco derribado –en un momento de descanso de sus juegos infantiles– y mira al espectador con gracia e inocencia. La pamela de paja, adornada con flores de seda, aparece tirada al descuido, lo que demuestra que la pose, aunque aparenta ser espontánea, debe haber sido cuidadosamente estudiada. La obra discursa de manera inaugural al subvertir la concepción academicista del retrato y proponer la incorporación de elementos impresionistas, portadores de innovaciones expresivas en el color y la luz, que otorgarán al retrato nuevas posibilidades, abriendo un espacio a nuevos códigos que ya en el siglo XX serán incorporados y aceptados de manera natural y cotidiana. (E.C.V.)
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