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Mario Carreño, El nacimiento de las naciones americanas, 1940
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El nacimiento de las naciones americanas es una de las piezas emblemáticas de Carreño, al mismo tiempo que una de las más admiradas y populares. En ella confluyen, después de un cuidadoso proceso de apropiación del clasicismo efectuado en dos o tres años, todas las fuentes del primer Carreño maduro, sugiriéndose a la vez el camino que seguirá su obra más inmediata. En ningún otro ejemplo resplandece de modo tan impresionante el oficio extraordinario del pintor. Recreación moderna de ciertas alegorías monumentales del renacimiento italiano, este óleo es la culminación de la pasión greco-latina que subyace en Carreño. La figura central, América, es una visión botticelliana, en tanto los tres desnudos de mujer, bellísimas alusiones a las razas americanas, parecen salidos de
Las tres gracias de Rafael: la mitología griega contaminada del mestizaje del Nuevo Mundo. Pero es también un atisbo de los rumbos que ya estaba tomando su pintura. La dureza del mármol ha cedido ante la morbidez de unas carnes que han comenzado a animarse, después de abandonar los frisos arquitectónicos. Gradualmente las formas se harán más grávidas y macizas, más carnales, y se convertirán en arquetipos de campesinas, bañistas o maternidades, en un nuevo clasicismo, decididamente americano. (R.V.D)
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