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Michele Marieschi, La Plaza de San Marcos
Definitivamente alguna celebración popular comenzó a describir Marieschi en La Plaza de San Marcos. Además de los paisajes arquitectónicos, el artista suele describir el paisaje humano, otra manera de entender a Venecia. En la pieza, una especie de representación está por comenzar y los personajes, dispersos ante un escenario tan amplio, se revelan como actores de su tiempo, describiendo para el público usos y costumbres, así como la moda epocal. En la obra afloran los espacios dilatados que provienen de la formación de Marieschi como pintor de escenografías para el teatro, de ahí los vastos panoramas y la sensación de puesta en escena.
Ubicar esta pieza de manera inequívoca dentro de la producción de Michele Marieschi, -dado que algunos investigadores extranjeros han aconsejado la realización de un estudio más profundo en términos de autoría-, implica tomar en cuenta el modo en que está enfocada la vista, esto es, desde un ángulo, práctica emprendida por el autor en modo habitual, pues le facilitaba la manipulación de la amplitud del área representada. Por otra parte, en respuesta a la acotación sobre la cierta rigidez que presenta la atmósfera pictórica, pudiera explicarse a partir de la observación y estudio minucioso de su obra gráfica, en la que se desenvolvía de dos maneras: una, plena de efectos espontáneos, mientras la otra dinámica resultaba más académica e inexpresiva, como pudiera ser este caso; praxis, en definitiva, que se desliza entre las técnicas que abordara.
Resulta sumamente notable la profusión de vedutas que le han sido dedicadas a este segmento de Venecia, lo mismo a partir de un ángulo, también cualquiera de sus laterales, como desde un encuadre frontal. De manera que, gracias a este ejemplar, el conjunto de paisajes italianos se anota uno de los argumentos iconográficos más representativos del vedutismo veneciano sietecentista.
El Museo Nacional de Bellas Artes expone en su Sala Permanente de Arte Italiano tres piezas de la autoría de Michele Marieschi. En el caso de La Plaza de San Marcos, resulta una obra que proviene de una colección privada de Westchester, Estados Unidos, y que el notable coleccionista venezolano-cubano, Julio Lobo Olavarría, la adquirió en subasta pública de Kende Galleries, el 1 de abril de 1953. El cuadro ingresó al inventario de obras institucional el 12 de diciembre de 1960, como transferencia. No obstante, su presencia en el Museo, específicamente como pieza de Sala Permanente, data de 1955, cuando Lobo, su entonces propietario, la cedió en préstamo junto a otras 41 piezas. Una vez que esta figura emigra, la obra cambia su concepto jurídico, a título institucional, como parte del proceso de Recuperación de Valores del Estado, iniciado en 1959.
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