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Rita Longa, Figura trunca, 1937
Autora de una obra que se esparce a todo lo largo y ancho de la Isla y que abarca más de dos terceras partes del siglo XX, Rita Longa Aróstegui es una de las figuras cimeras de la escultura cubana de la pasada centuria. La audaz trayectoria de la artista, reedita en sí misma la vocación de cambio y actualización que alienta a los creadores cubanos al tiempo que describe, en inusitada síntesis, la titánica y veloz trayectoria de nuestra vanguardia escultórica. La línea evolutiva que perfilan títulos como Sed, Torso, Triángulo, y Figura –yesos, terracota y mármol–, todas piezas de temprana juventud, ilustran la insistente búsqueda de una expresión formal desenvuelta, actualizada y auténtica y su definitiva inserción, lograda en apenas un decenio, en ese proceso de modernización plástica encabezado por la pintura que pronto avanza y fragua, en indiscutible salto de calidad para la escultura, a la altura de la década del 40.
Figura trunca demuestra el precoz magisterio de la joven escultora en las denominadas obras de salón y habla de su preferencia por la figura femenina, de cuya innata plasticidad sabe obtener el mayor partido, a base de discretas ondulaciones, cautos desdoblamientos y asombroso poder de síntesis. De la terracota –como de cualquier otro material– consigue la artista extraer riquezas texturales que enaltecen la ya autónoma potencialidad expresiva del volumen, la línea y el claroscuro. (M.A.P.)
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