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Wifredo Lam, Huracán, 1945
En julio de 1944 Alejo Carpentier escribía en Gaceta del Caribe sobre los últimos cuadros pintandos por Wifredo Lam en suelo cubano:
Todo lo mágico, lo imponderable, lo misterioso de nuestro ambiente, aparece revelado en sus obras recientes con una fuerza impresionante. (...) Hay creación en función del ambiente. La realidad y el sueño se confunden. La poesía y la plástica se hacen una. Hay atmósfera de mitos y de color, plenamente original. Hay mundo propio.1
Efectivamente, al captar Lam el sincretismo de un mundo en evolución y transformación perpetua, donde lo real y lo maravilloso se funden en la cotidianeidad de la vida, se distancia decisivamente del realismo mágico y el surrealismo para dar paso a formas inéditas de interpretar la realidad. Huracán, obra de gran formato pintada sobre yute, constituye la apoteosis de la nueva expresión de lo americano tal y como la simboliza Wifredo Lam. Frente al intenso colorido de sus obras pintadas entre 1942-1943, pertenecientes al ciclo de La jungla, se hace evidente una acentuada sobriedad en la paleta, incluso reduciéndola a matices de un solo color.
Huracán es una obra impresionante por su capacidad de concentrar todo el misterio de la creación en un momento de aparente calma, cuando todas las fuerzas animistas se encuentran en máxima tensión. Es en el ojo del ciclón donde se alistan las fuerzas vivas de la naturaleza antes de desencademarse. En Huracán los dioses del panteón yoruba son entes vitales que están integrados a la vegetación y la fauna, formando parte de un todo, como unidos mediante un cordón umbilical.
El semiólogo y critico de arte Desiderio Navarro ha precisado como
(...) La conexión anatómica indirecta mediante cordón nos dice que los diversos seres divinos, humanos y animales son unibles, nos sugiere la unidad sustancial de esos seres vivos y, por esa vía, significa la unidad de la vida.2
Huracán es una de las obras maestras realizadas por Wifredo Lam al inicio de su segundo ciclo cubano, después de su regreso de su inquietante viaje a Haití, en 1946, donde descubre la religión del vudú. En abril realiza una exposición en el Lyceum de La Habana en la cual exhibe obras del período 1943-1946, entre ellas, El presente eterno, una obra de similar envergadura a Huracán. Esta magnífica pintura tiene la capacidad de sintetizar todas las búsquedas que ha realizado el artista durante ese período; la virtud de mostrar su capacidad de inventiva y descubrir al espectador "la emoción poética profunda"3 que encierra su universo plástico.
Roberto Cobas Amate
1Alejo Carpentier. "Reflexiones sobre la pintura de Wifredo Lam". Gaceta del Caribe (La Habana), julio 1944.
2Desiderio Navarro. "Lam y Guillén: mundos comunicantes". Sobre Wifredo Lam (La Habana) Editorial Letras Cubanas, 1986.
3Jorge Mañach. "La pintura de Wifredo Lam". Diario de la Marina (La Habana) 19 de abril, 1946.
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