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Anónimo, Buda sobre pedestal
El budismo, que inició su migración a China en el siglo I, influyó en la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura y contribuyó al desarrollo de la imprenta. El culto a Buda generó distintas interpretaciones iconográficas, especialmente sentado o sobre un trono. A través de tales representaciones se lograron composiciones geometrizantes en las cuales la figura generalmente aparecía de frente, con las manos unidas y los ojos iguales a los del chino común.
Los retratos búdicos trasmiten serenidad y dejaron su influencia en China al tratar de inmortalizar la belleza de un alma en la que se aliaban valores y atributos como la dignidad, la nobleza, la honestidad, con el propósito de contribuir a la formación de una pintura y una imagen glorificante.
Esta pieza forma parte del tesauro del Museo desde 1977 y se sitúa entre los retratos religiosos que tienen presencia dentro de la pintura tradicional china. En este caso se trata de un Buda sedente, cuya posición indica el culto y la veneración ofrecidos a estas imágenes en la China decimonónica.
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