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Flavio Garciandía de Oraá (Caibarién, Villa Clara, 1954), Sin título, 1989
Flavio es un artista clave para la comprensión del arte contemporáneo nacional, tanto por su curiosa y diversa trayectoria artística, que ha incursionado poéticas muy diversas, como por la repercusión de su interesante influencia pedagógica en el Instituto Superior de Arte.
En una entrevista confesó (1) que le costó bastante tiempo desaprender la enseñanza académica de la pintura para poder mirar con sus propios ojos. Aunque ha sido uno de nuestros más carismáticos hiperrealistas y ha realizado un interesante trabajo neoexpresionista, lo cierto es que la obra de Flavio se consolida y toma una dimensión decisiva con la reelaboración de la iconografía kitsch y de todo su sustrato cultural asociado. En exposiciones tan tempranas como Sano y sabroso, de 1981, ya Flavio experimentaba con el kitsch, y en 1984 la pieza El lago de los cisnes (también colección del Museo) se convertía en una obra emblemática de esta poética en Cuba.
Con el tiempo, la pauta metodológica con que asimila el kitsch se extiende al manejo de otras tradiciones pictóricas modernas y contemporáneas, estrategia esta que se ha ido convirtiendo en la sustancia primordial de la trayectoria de Garciandía. Este artista parece poseído por una gran voracidad hacia todo universo visual, desde las “formas malas”, la decoración popular, las vanguardias pictóricas de inicios de siglo XX, el modernismo americano y nacional, y Frank Stella, hasta los ornamentos festivos de su Caibarién natal. Todo parece servirle para reflexionar sobre el trasiego cultural del poderoso mundo de las imágenes, elaborado desde una perspectiva conceptual. Una especie de mestizaje entre lenguajes de todo tipo, cuya consecuencia es un arte que habla sobre el arte, de raíz analítica, deconstructivo, y con elevados niveles de ironía y humor.
Flavio se había hecho popular por sus representaciones de hoces y martillos transformados en símbolos sexuales, aludiendo a una tropicalización del realismo socialista – que, por cierto, nunca nos llegó a inundar. Esta obra que presentamos es, sin embargo, un punto de cambio en los contenidos culturales de la obra de Flavio. Según ha comentado el artista
en esa obra en particular empecé a rendir homenaje, a mi manera, claro está, a un movimiento bastante poco considerado de nuestra historia del arte; me refiero al llamado arte concreto de los cincuenta y principios de los sesenta. Siempre he sentido una atracción perversa por cosas que no gozan del prestigio histórico, cultural o ideológico; artistas de segunda o quinta categoría, el kitsch, o el arte manipulado como propaganda política (1)
Esta pieza se exhibió por primera vez en la exposición personal que el Museo le dedicara al artista en septiembre de 1988, en su sede del Castillo de la Fuerza. Luego participó en dos importantes muestras internacionales, la III Bienal de La Habana en 1989, y Kuba OK, en Düsseldorf, 1990. (Corina Matamoros Tuma)
1.- Correspondencia con el artista.
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