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Los carpinteros Alexandre Arrechea (Trinidad, 1970) Marco Castillo (Camagüey, 1971) Dagoberto Rodríguez (Caibarién, 1969), Dos pesos , 1992
No es en vano que antes de ser Los Carpinteros fueran alumnos de René Francisco Rodríguez en el Instituto Superior de Arte (ISA) y participaran en sus instructivos y modeladores proyectos pedagógicos. El primero de ellos, La Casa Nacional (1990), propició que Alexandre y Dagoberto se pusieran inicialmente en contacto con la carpintería y la ebanistería. Ellos dos construían objetos que luego Marco fotografiaba durante el proceso de realización, y que más tarde pintaba.
En 1991, aún estudiantes, realizan una interesante intervención creativa en la selecta fábrica de tabacos Partagás, en la cual tienen la oportunidad de dialogar con ideas caras a su creación: el aspecto gremial de trabajo, la tradición vernácula de la industria tabacalera, incluyendo la prodigiosa lección de historia de las marquillas y habilitaciones cigarreras.
Dos pesos pertenece a la muestra Pintura de Caballete de 1992 en la Galería 23 y 12, donde se les comienza a conocer como Los Carpinteros. Según refieren los artistas, en esta muestra hallaron la clave para su trabajo, abordando los problemas de los géneros artísticos, las zonas de ambigüedad entre el arte y la artesanía, y cobrando paulatinamente conciencia de que un cambio debía producirse en las estrategias artísticas del momento. (1)
Las circunstancias culturales y sociales de esos años fueron especialmente tensas. Cuba se había adentrado en una profunda crisis económica y la contracción de los circuitos artísticos fue drástica. Fue la época en que importantes creadores deciden realizar su obra fuera del país y los jóvenes estudiantes de arte comienzan a ocupar poco a poco los espacios habituales de la plástica. Ocurre una especie de desplazamiento natural hacia los más jóvenes, quienes lograron insertarse con inteligencia, afincados en sólidos presupuestos de formación pedagógica, en un campo que por un instante quedara debilitado. Es en este contexto que se inscriben las obras de este trío. Otros creadores habían estado reflexionando, a la par de ellos, sobre el propio proceso de realización del arte como sujeto de las obras; convirtiendo los materiales, las técnicas, el métier, en el mensaje mismo. De esta vertiente son partícipes Los Carpinteros. El manifiesto rescate que hacen de las técnicas de ebanistería, la suntuosidad de las maderas preciosas ya prácticamente olvidadas en nuestra escasez, y el refinamiento de los procedimientos técnicos, fueron elementos de mucho impacto en las primeras obras del grupo. Porque era un punto de vista totalmente vinculado a un pasado de riquezas y opulencias, y, sobre todo, porque no podía tratarse de un preciosismo per se, gratuito. Ya no había oportunidad para las ingenuidades en el arte cubano. De manera que, como buenos alumnos de ISA, el virtuosismo esmerado de Dos pesos, estaba emitiendo –como lo emitió Productivismo de Ponjuán y René Francisco– mensajes elípticos sobre los problemas internos del arte, tanto como sobre las nuevas circunstancias sociales.
Sobre Dos pesos los artistas han comentado:
Queríamos captar todo lo que era importante como experiencia creativa. Así fue que comenzamos a incorporar las herramientas de trabajo dentro de nuestras obras; el contacto físico con la materia prima fue adquiriendo un valor conceptual. Resulta curioso que ese primer tránsito artístico e ideológico sea localizable en nuestra obra en dos trabajos que aluden simultáneamente al proceso de producción y al valor de cambio: Un peso (1990) y Dos pesos (1992). Si en la primera –un Martí como el que aparece en el papel moneda cubano con valor de un peso, realizado en plomo y enmarcado con un relieve de madera– la preocupación nuestra se orientaba más hacia un discurso sobre la identidad vinculable a la década anterior, Dos pesos es claramente una reacción al modo de tratar esta temática hasta ese momento. (Alexandre)
Si Un peso se ubicaba en una tendencia historicista y culturológica del acercamiento a una reflexión sobre la identidad, Dos pesos es capaz de cambiar ese mesianismo por un individualismo puro y duro. En la primera es un reconocimiento de la memoria, de la tradición histórica; en la segunda es un reconocimiento de la relación del individuo con la sociedad en circunstancias determinadas, el individuo marcado por un presente de contingencias. (Dagoberto) (2)
Dos pesos es un objeto construido para el deleite visual y para el análisis implacable; una estocada fulminante envuelta en disfraz de lujo; una senda en las estrategias del arte cubano de los noventa. (Corina Matamoros Tuma)
1.-Eugenio Valdés Figueroa; “Hablando por sí mismo”; Revista Artecubano No. 2, 1999, La Habana.
2.- Ibídem.
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