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Raúl Martínez, 26 de julio
Con este óleo Raúl Martínez logra la feliz
conjunción entre el expresionismo abstracto
y el pop art. La obra irradia una intensa
energía emanada de la integración efectiva de
las manchas gestuales de color con diferentes
collages y un objeto. Es evidente lo explícito
del mensaje, cuya profunda carga emotiva
permite penetrar, a través de un despliegue de
elementos visuales de una notable riqueza, en
una conciencia histórica de la época, tan importante
para comprender la plástica cubana
de los 60.
26 de julio concentra lo mejor de la
fuerza revolucionaria de un período histórico.
Para lograrlo Raúl Martínez realiza una personal
interpretación del ambiente popular que lo
rodea. Asimila el “estilo” compositivo de los
murales de los Comités de Defensa de la Revolución,
los letreros pintados por manos inexpertas
en los muros de las calles, las pancartas
con las que participa el pueblo en las grandes
concentraciones. Capta con perspicacia estas
manifestaciones, nacidas espontáneamente del
seno del pueblo, por su propia naturaleza signadas
por lo efímero, y le otorga, por la magia
de su arte, el don de la perdurabilidad. (R.C.A.)
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